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Francisco Esquivel

La caja negra

Una autoridad en la materia como es el neurocientífico Carlos Belmonte no alberga dudas: todo está en el cerebro. «La enfermedad mental -dejó dicho al colega Mediavilla- no es que sea algo misterioso, pero el cerebro es una máquina muy complicada y es difícil predecir las consecuencias conductuales que pueden tener dentro de ella determinadas alteraciones. La mente se ha considerado como algo distinto del cerebro, es decir, de la materia. Esa dicotomía debe romperse. La mente es el producto de la operación del cerebro. En la conducta que sea, hay un continuo. Lo que ocurre es que la psicología ha considerado al cerebro una caja negra». Y como ahí estamos, voy a traerles el caso ocurrido en Guatemala con el acaudalado abogado Rodrigo Rosenberg que en 2009 apareció acribillado cerca de su casa. El crimen puso patas arribas el país porque el licenciado dejó grabado un vídeo: «Lamentablemente, si están viendo este mensaje es porque fui asesinado por el presidente Álvaro Colom al defender a Khalil Musa y a su hija Marjorie, a los que también asesinó». Al igual que los investigadores han descubierto que el copiloto alemán ocultó que estaba en tratamiento y hasta con la baja, en Guatemala fue el fiscal Carlos Castresana, bajo los auspicios de Naciones Unidas, quien cogió el toro por los cuernos. Nada más aterrizar prometió a la familia que, de demostrarse, llevaría al presidente ante el tribunal. Tras meses de enorme presión, Castresana cuadró el rompecabezas, dio parte a la familia y, alucinado aún, compareció para revelar que Rosenberg, tipo enigmático y proclive a los extremismos, dejó la bici, se colocó los auriculares y, según lo acordado, esperó a que lo mataran dentro del plan que urdió como forma de venganza tras quedar roto por la muerte de Marjorie, de quien era amante. Qué bichos más raros somos

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