Fui uno de los afortunados presentes en el acto de presentación del libro «El Museo del Calzado. Orígenes y consolidación (1986-2005)», obra de mi buen amigo José María Amat Amer, el fundador de tan ilustre institución.

Todo iba transcurriendo dentro de la normalidad con una presentación francamente extensiva y además extraordinaria a cargo del actual director del Museo del Calzado y cronista oficial de Elda, el buen amigo Gabriel Segura, quien hizo una gran presentación con un gran recorrido por todos los capítulos del libro y glosando, fielmente, la noble figura de Amat Amer, tanto en su dimensión humana como profesional.

Siguió el autor del libro y me gustó todo lo que dijo y cómo lo dijo, agradeciendo a personas y entidades que han colaborado con él desde la fundación del Museo del Calzado en el instituto de La Torreta, hasta la culminación de la ubicación del actual centro en la avenida de Chapí de Elda.

Después José María le pasó la palabra a la alcaldesa Adela Pedrosa y ésta volvió a recordar parte de su buen hacer y anunció su propuesta de pleno para que el museo pase a denominarse «Museo del Calzado José María Amat Amer». Todos los allí presentes jalonamos con un fuerte y prolongado aplauso la decisión y hasta aquí todo fue perfecto, como si de un guión de cine se tratase. Pero cuando Amat Amer volvió a intervenir habló más con el corazón que con la cabeza. Le traicionaron sus sentimientos y afloró su extraordinaria humanidad. Y le doy las gracias por haber tenido la suerte de haber sido su amigo toda la vida y le pido que siga igual porque, aunque él bien lo sabe, a nuestra generación nos educaron para actuar más con el corazón que con la cabeza. Así que a él le pido que no cambie jamás y a Dios que le siga iluminando en cuantos proyectos inicie.