El presidente del Consejo Social de la UMH Francisco Borja ha tenido la brillante idea de socializar las pérdidas del Elche CF a través de los ciudadanos. Nada de empresarios ni mecenas que se hagan con las riendas del club y pongan lo que hay que poner, la pasta, para sacar del agujero económico al club que llevan en el corazón la mayoría de los ilicitanos. No, lo que pretende es que cada ciudadano, en torno a unos 12.000 vecinos, saquen de sus bolsillos 1.000 euros durante diez años para reflotar una entidad hundida por la nefasta gestión de su actual presidente, José Sepulcre.
Sólo faltaba al contribuyente que además de haber sido esquilmado y exprimido por los recortes del Gobierno tuviera que pagar aún más por una entidad deportiva, por muy querida que ésta sea. Ya hemos pagado todos -la Generalitat avaló 14 millones y el Ayuntamiento es accionista- para que ahora venga un visionario a enseñarnos el camino. Si tuvieran que contribuir más los ciudadanos este dinero no debería destinarse para salvar al Elche, sino para que hubiera una educación (con las becas al día) y una sanidad pública de más calidad y efectiva, por poner un ejemplo de dos pilares del Estado del Bienestar. Y ahí, entramos todos, desde el empresario más rico al más modesto de los trabajadores. Basta ya de demagogias absurdas y que se pongan las pilas y se pidan responsabilidades a los gestores actuales del club si es que ha habido algún tipo de irregularidad. De nada sirve que ahora venga el edil Daniel Rubio pidiendo la dimisión de un «cadáver» deportivo. ¡A buenas horas! Quien tenga dinero y ganas que lo arriesgue si le apetece en el equipo de sus amores, pero no pidan a la extinta clase media que siga tirando de carro en asuntos que no dan de comer a la gente. El fútbol es un deporte de masas, pero ya vale que los contribuyentes sigamos pagando los desmanes de unos pocos.
