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Miguel Vilaplana

Final de un absurdo

Nueve años después de que se impulsara contra viento y marea la urbanización de Serelles, el absurdo aún sigue coleando. Del mastodóntico proyecto de 1.500 chalés en la misma falda de la Sierra de Mariola con el que soñaban los anteriores gestores municipales, en la actualidad sólo doce familias residen en el apenas medio centenar de casas que se llegaron a construir, en medio de un panorama de degradación y falta de servicios. La crisis del ladrillo impidió que la barbaridad urbanística se consumara en su totalidad, aunque la herida sigue abierta en el paraje y el Ayuntamiento tiene ahora la obligación de, al menos, aplicar cuidados paliativos y poner el punto y final con las obras pendientes a esta lamentable historia.

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