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Candidato por accidente

Dos semanas atrás, alguien que conoce a Miguel Valor desde hace la tira lo presentó fuera del ámbito institucional a varios foráneos de la siguiente guisa: «Ante ustedes, el remedio provisional de su partido para las tres próximas legislaturas». Cerca de la escena, Alberto Fabra se limitó a sonreír, mientras que el alcalde de Alicante torció el gesto desdeñando no exento de sorna el empeño este en poner límites.

Decididamente el partido en el gobierno, que a pesar de la temporadita aspira a seguir siéndolo, concurrirá en el cartel con un candidato por accidente. El ocupante del octavo puesto en la lista que barrió en las últimas municipales recibirá el encargo de tomar las riendas del grupo que heredó interinamente. El desmadre protagonizado por Castedo quemó de paso a buena parte del equipo y la fórmula escogida para intentar sofocar el incendio fue probar con el componente más experimentado del conjunto, centrado hasta entonces en recitar un programa de mano tras otro dentro del ámbito cultural que le fue encomendado. Con la de obras y espectáculos que habrá anunciado, no podía imaginar sin embargo el montaje que se le iba a venir encima. Y se le ha venido.

De la elección se deduce que, muy sobrado de referentes, no anda el pepé, lo que es sintomático del glorioso momento. El propio Valor, al ser escogido por la dirección para suturar la herida con idea de dejar paso, comentó en un primer instante que cualquiera de sus compañeros estaba mejor preparado que él para afrontar el reto. Pero orgánicamente no se ha estimado así. Es más, para Fabra no deja de ser un refrendo que Madrid haya suscrito una apuesta tan imprevista. Bastante hará Valor con frenar la caída, ya que nadie obra milagros. Aunque gracias al elenco de virtuosos que tendrá enfrente, cualquiera sabe.

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