Preocupado por encontrar la línea precisa, que para él no es otra que la exigida por cada trabajo que emprende, el ilustrador alicantino Pablo Auladell (1972) ha puesto en pie una magna adaptación como novela gráfica del inmortal El paraíso perdido, el largo poema narrativo compuesto en el siglo XVII por el londinense John Milton para relatar e interpretar la tentación de Satanás a Adán y Eva, y el subsiguiente castigo divino.

Calificado por Max Weber como la Divina comedia del puritanismo, El paraíso perdido (Paradise Lost, 1667) es una epopeya en 10.000 versos blancos que ejerció una enorme influencia en los poetas románticos y dio carta de naturaleza a la versificación liberada del vencejo de la rima. Por supuesto, Auladell ha reducido los textos a su mínima expresión, pues su empeño ha sido transformarlos en poderosísimas imágenes.

El ilustrador lo ha conseguido manteniéndose fiel a otra de sus preocupaciones: crear para las diferentes partes de la obra un conjunto de ambientes que, resaltando la singularidad de cada tramo narrativo, mantenga sin embargo la unidad del conjunto. Para ello, Auladell ha optado por una paleta de claroscuros en la que predominan los grises, a menudo teñidos de tonos oliváceos de gran onirismo crepuscular, atravesados aquí y allá por intrusiones ocres o azuladas.

Subido a ese imparable vagón cromático, el lector iniciará su andadura en compañía de Satán («mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo»), quien, expulsado de la compañía divina por las huestes del arcángel Miguel, decide vengarse de Dios. Ya que no puede hacerlo por la fuerza, recurrirá a la astucia y el engaño, destruyendo la felicidad en la que viven Adán y Eva, las cimas de la creación divina. La historia, en un país de tradición católica reforzada como España, es de sobra conocida y sólo requiere precisar cómo el puritano Milton desliza en sus líneas una profunda reflexión sobre el mal y el sufrimiento, contrapunteada por la interrogación sobre los móviles de Dios Todopoderoso para permitirlos y por el mensaje de esperanza representado por la figura del Hijo.

Con este esplendoroso, inquietante y sombrío Paraíso perdido, Auladell enriquece -y cómo- una trayectoria que, por sólo citar algunas ilustraciones de clásicos, alberga títulos como La leyenda del santo bebedor, de Joseph Roth (Zorro Rojo, 2014); La historia de Guillermo Tell (Oxford University Press, 2011); Fábulas, de Italo Svevo (Gadir, 2008); El cantar de Mío Cid (Edelvives, 2006) o El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad (Sinsentido, 2002).