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Marc Llorente

Tragicomedia española

Patente de corso

Teatro Principal de Alicante

Basada en textos de A. Pe?rez-Reverte.

Direccio?n: Alfonso Sa?nchez.

Inte?rpretes: Alfonso Sa?nchez y Alberto Lo?pez

Numerosos espectadores acudieron el miércoles al Principal de Alicante para conocer el Tratado ibérico del hijoputismo. Eso es Patente de corso, basada en los periodísticos textos de Arturo Pérez-Reverte y con guión de Ana Graciani y Alfonso Sánchez, uno de los actores y el director de un espectáculo que arranca con fuerza y especial interés. Los amos del mundo se apropian de la vida ajena y tienen licencia para saquear, malversar y lo que haga falta. Tiburones financieros, políticos de uso corriente? Todo esto a través de los abusos legales o de las diferentes maneras de corrupción. Así son los piratas del siglo XXI y así se airea en la obra interpretada por Alfonso Sánchez y Alberto López. Dos individuos opuestos que ofrecen ráfagas, no exentas de acidez, sobre la sociedad actual, aunque los aspectos básicos tienen unos componentes intemporales y universales. El primero es el listo con sus papeles canallas en regla. El segundo es el parado de larga duración que no quiere seguir por el «buen sendero» y aspira a tener esa patente. «¿Será que tenemos lo que nos merecemos?», se pregunta en el programa de mano. No es lo mismo ser un delincuente buscavidas que chuparle la sangre al personal. Gobernantes, poderosos, especuladores o defraudadores. Por ahí van las cosas que saca a colación esta extraña pareja con gracejo andaluz, flexibilidad interpretativa y soltura verbal. La seguridad y el toque de ambos alientan las escenas, y el público, sin reír mucho, lo valora positivamente al concluir. Hay bajones y remontadas en el trayecto, por lo que el pulso se resiente en el ámbito de una dramaturgia compuesta por diálogos, monólogos y ciertas escenificaciones. El sentido teatral es escaso. Pero ellos prefieren un montaje libre de ataduras y donde suene ese grito dolorido y rebelde de la población. Las formas resultan deliberadamente vulgares, una percepción amplificada a veces. Benito Jiménez es el camarero, al artista sonoro y el iluminador. El bien, el mal y la permisividad o la indignación en esta tragicomedia española, en suma.

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