La demagogia y el populismo es lo que tienen, que lo mismo valen para un roto que para un descosido. Si le sumamos una dosis casi tóxica de victimismo, gotas de cinismo e hipocresía, un «twist» de acusar sin acusar y una imagen chulesca a la par que atractiva tenemos el cóctel del tertuliano ideal. O sea, Castedo el otro día en la cadena de las «mamachichos» y la «belenesteban», convertida en una estrella emergente de la telebasura y a dos pasos -si se lo trabaja, que seguro que se lo trabaja- de convertirse en la nueva «Princesa del Pueblo».

Mimbres no le faltan, bien lo sabe dios. Ni se arruga ni se le tuerce el gesto, bien es verdad que ante una pandilla de periodistas absolutamente indocumentados, que no sabían de qué iba el personaje y cuáles eran las acusaciones. Pero bueno, a Tele5 le daba igual, que lo suyo era poner en el candelabro a Belén, digo Castedo, y que ella misma cree y evolucione el personaje. De momento ya dijo algo semejante al «yo por mi hija, MA-TO», que saltó las lágrimas de más de una abuelita acostumbrada a los altos niveles adrenalínicos del Sálvame Deluxe.

Seguro que cayó bien al tipo de espectador/a, sobre todo /a, acostumbrada a defender hasta la extenuación en la peluquería a la Pantoja. Al final para quien no conoce los intríngulis es lo mismo: mujer sometida a una persecución inclemente por malditos fiscales envidiosos de su belleza y empatía, socialistas nefastos que jamás le ganarían ni una partida al tute y por los periodistas rastreros, claro, que todos son iguales. No acierto a comprender cómo ninguno de esos tres indocumentados que supuestamente le interrogaban no se había leído mínimamente su biografía y no le preguntó a santo de qué su primer empleo en el Ayuntamiento fue en el gabinete de prensa. O a lo mejor es que hay periodistas buenos (pocos) y malos (casi todos), especialmente si los malos en vez de elogiar ese pedazo de estilo se hacen eco de lo que la policía y el fiscal investigan. No sé yo si alguno habrá tenido la necesidad de inventarse algo, cuando las grabaciones y las fotos tampoco es que dejaran mucho margen a la imaginación.

Claro está que nadie le preguntó por la ética, y la estética, de una alcaldesa amiguita del alma del constructor, pero de verdad, no con ese tipo de pregunta que parece envenenada para el espectador desapercibido y no es más que un balón centrado para embocarlo por la escuadra. Daba igual, ya lo he mencionado antes, de lo que se trataba era de sentar las bases del personaje para engrosar las nóminas de la telebasura, quien crea otra cosa se equivoca. Primero fue Nicolás y ahora Castedo, como en el siglo XIX era la mujer barbuda o el hombre elefante. «Freaks» llamaban a esos individuos monstruosos -fuera de la normalidad- de usar y tirar, que tenían su momento de gloria hasta que el público exigía más y más, porque hay muchos espectadores enganchados a este tipo de basura, antes circense y ahora catódica, y necesitan aumentar su dosis.

Recomiendo a los mandamases de Tele5 que estudien la posibilidad de generar un dueto estupendo con otra alcaldesa valenciana aficionada también al rojo, si alguna vez sus caminos se cruzan, que todo es posible. El Levante feliz puede dar nuevas glorias a España a poco que se lo propongan, es ponerse a ello.

A Sonia Castedo le auguro éxitos en esta nueva etapa de su vida, que ella vale mucho: es más guapa que la Esteban como de aquí a Lima y obviamente habla mucho mejor, aunque si de verdad quiere triunfar en la tele tiene que volver al lenguaje de las grabaciones, que el del otro día me parecía hasta políticamente correcto y eso vende menos. Pero, vamos, es una opinión.