No es bueno que un articulista escriba sobre sí mismo, ni que un periodista, un novelista, un político o un médico o quien sea, se comporte de manera «autorreferente» en sus actividades. Lo interesante es la realidad, lo general. Lo particular interesa poco por no decir nada salvo para quien es sujeto del asunto en cuestión.

Voy a hacer hoy una excepción aunque no sea de mi de quien hable sino del gran revuelo, gran follón diría si pretendiese emular a Cervantes -algo fuera del común de los mortales-. Se ha levantado un debate bastante sonado en las redes sociales con mi artículo del sábado pasado sobre Violencia de Género.

Es cierto que todo es interpretable, es cierto que cuando una comunica cualquier mensaje, por más precisa que intente ser y por más que pretenda aquilatar sus expresiones, una vez que el mensaje sale de tu pluma -ahora desde el correo electrónico- pasa a ser propiedad de quienes lo reciben y cada uno entiende lo que le parece o lo que quiere entender porque, como decía aquel gobernador civil de Alicante, Ramón de Campoamor, «todo es según el color del cristal con que se mira».

No voy a calcar el artículo -publicado en INFORMACIÓN el pasado 3 de enero- pero sí repetiré las afirmaciones esenciales. Decía una servidora:

1.- La ley de violencia de género necesita una imperiosa y urgentísima reforma.

2.- A veces constituye un ataque a los derechos fundamentales de quienes no son maltratadores. A los verdaderamente maltratadores debería aplicárseles una ley más endurecida y sin compasión.

3.- Si una señora denuncia en fin de semana, como primera providencia, el denunciado se pasa esos días en el calabozo hasta su comparecencia judicial, bastando con la mera declaración de la víctima.

4.- Exponía el supuesto -en mi despacho llevo casos de estos- de cómo hay mujeres que sin razón y con fines espurios , se garantizan la apertura de un procedimiento por violencia.

En fin, no insisto más. Mi artículo expresa la opinión libre y repensada sobre una ley mejorable y sobre unos derechos que se conculcan con facilidad, dando fe y reafirmándome en que existen denuncias falsas en este terreno, como en todos.

Soy una mujer, defiendo a las mujeres pero también defiendo a los hombres. Jamás a un maltratador. Soy consciente de que mueren cincuenta mujeres al año por causa de la injustificable violencia de género. Soy consciente de la necesidad de una ley dura, rigurosa y jurídicamente impecable para afrontar ese problema pero también exijo igualdad ante la ley sin discriminar ni positiva ni negativamente a nadie sea hombre, mujer, hetero u homosexual, negro, blanco, budista o católico.

A raíz de este artículo, mi Twitter ha explosionado y han escrito en él más de doscientas personas. El 98% de los comentarios y de los «retuiteos» - ¡vaya palabrota, menuda patada al diccionario!- son favorables, laudatorios y de agradecimiento, apoyo y felicitaciones por decir lo que muchos callan. No son hombres solamente los que alaban y agradecen, hay asociaciones y un importante colectivo de mujeres, con frases del tenor de «por fin una mujer en un medio se atreve a decir verdades como puños», son muchas las mujeres que hacen afirmaciones de ese tipo y que no voy a transcribir porque los artículos son de opinión y no un panegírico.

Hay otra personas, poquísimas a pesar de que han intentado elevar la voz al máximo -todo mi respeto hacia ellas porque no se puede predicar la libertad de opinar y estar en contra cuando es una la criticada- otras personas digo me ponen verde, de vuelta y media. Me dicen que me han denunciado a Lorente -un profesor de medicina de Granada y que, según creo, fue cargo del anterior gobierno en menesteres de violencia-. Exigen que INFORMACIÓN me retire de su plantilla de colaboradores, exigen que yo misma pida disculpas a todas las mujeres, o sea que me pida disculpas a mí misma porque soy mujer y no renuncio ni un milímetro de mi identidad. Afirman que mi artículo es indignante, que he sido «chivada» a Lorente y que el Observatorio de la Imagen de las Mujeres lo analizará y tramitará.

Perfecto. Eso es libertad y estoy encantada. Valoro los debates, aprecio las criticas constructivas y destructivas Que me chiven a Lorente, que analicen y tramiten lo que he escrito porque, en aras de la libertad, pienso seguir escribiendo y agradezco a todos la opinión porque estamos en un Estado Democrático. Todas las opiniones ayudan a crecer.

Al que agreda, lesione, torture, aterrorice o mate a una mujer, vayamos contra él con todo el peso de la ley, más endurecida, pero sin omitir ni la menor garantía jurídica porque el ser hombre no mengua en absoluto los derechos. También la mujer que maltrate, que use la ley de violencia para motivos bastardos, que se sirva de su identidad para obtener posiciones de ventaja o para cualquier otro fin espurio, debe ser objeto del reproche social que se merece.

Mi única pretensión es el respeto constitucional a la imprescindible igualdad porque hombres y mujeres debemos ser y somos iguales. También ante la ley.