Cuando alguien asegura que Oleza es una ruina no nos descubre nada nuevo, ¿verdad?. Pero una ruina en el más amplio sentido de la palabra. ¡Vamos, que se cae a cachos!. Y eso amigo es, más que preocupante, ¡alarmante!. Pero en ésta como en otras cuestiones parece que la gente se pasa por el arco del triunfo algo que realmente debería importar, y mucho, a quienes nos desgobiernan: la seguridad de las personas. Hace poco leía que un edificio, junto al Palacio de Justicia, se cae sin que nadie haga algo para salvaguardar la integridad física de la gente que acude a los juzgados. No voy a entrar en quién está obligado a tomar cartas en el asunto para que no pase lo que consideraré como «accidentes evitables». Hay que actuar y ¡actuar ya; qué coño!. Luego ya veremos quién paga.

Y me viene a la cabeza lo que, con respecto al asesinato ecológico cometido en la Sierra de la Muela, dijo -así lo recogieron los medios- el ínclito Gallud, a saber concejal adscrito al grupo municipal minoritario-gobernante de Los Verdes (ecologista), responsable de Medio Ambiente, Patrimonio Cultural e Histórico en el palacete del marquesado de Arneva, médico y odontólogo. Don Manuel -nada que ver con aquel que, siendo ministro de Gobernación, afirmaba que la calle era suya- aseguró algo así como que el Ayuntamiento -que es la casa de todos, aunque no todos pueden entrar en la casa- no tenía competencias sobre la Sierra, que eso era cosa de la Consellería y que, por lo tanto, no podía actuar contra el escarabajo que se ha cargado la pinada. ¡Venga, vale; acepto pulpo como animal de compañía!; ¡pero sólo pulpo, no picudo rojo o negro que también nos acompañan!. Pero, querido doctor, las mentiras tienen las patas muy cortas y leí en este mismo diario que usted había ordenado que la Concejalía de Medio Ambiente talase 100 pinos afectados por la plaga de «tomicus destruens» en el monte de San Miguel «cuyo mantenimiento -copio y pego- está cedido al Ayuntamiento desde hace varias décadas». ¡Tomaaa, Manué, en «toa» la trompa!. Se ha esperado a que el bicho se comiera los pinos para cortarlos -aunque sólo hayan sido 100- y tratar de -consumado el desaguisado- erradicar una plaga que se ha extendido por todas partes con -al parecer- el pasotismo del máximo responsable en esta materia en la Esquina del Pavo. ¡Vuelve Antonia, aunque sea de conserje o masera!. Decía una amiga ilicitana que como desde la lengua al «selebro» hay poca «distansia», la mayoría de las «veses» se «disen» «gilipolleses». ¡Y eso le pasó el responsable del Medio Ambiente, el mismo que llegó de rebote a la actual Corporación y que, por su forma de actuar se está cubriendo de todo menos de gloria!. ¡Venga, Manué, que queda poca legislatura y todavía tienes tiempo para inscribir tu nombre con letras de... para que tu legado socio-cultural sea estudiado por las generaciones venideras en los institutos y escuelas de «su pueblo y el mío», en cuya historia -como sigas así- vas entrar, con permiso de Miguel, claro, o de mi amigo el cura Satorre, que ha sido nombrado Hijo Predilecto de la Muy Noble, Leal y Siempre Fiel Ciudad de Orihuela, con todo merecimiento, ¡Sabe Dios y la guardia pretoriana!.

Esta historia se puede extrapolar, pero en vez de hablar de pinos hay que hacerlo de casas, de palacios. La calle Mayor -teóricamente la más comercial- se muere «solica», abandonada, ninguneada, mutilada, leprosa... En ella están dos de los monumentos más importantes reconocidos y visitados de la capital vegabajera: la Catedral y el Palacio del obispo, pero, desde hace días a esta vía peatonal se la conoce como la de los 100 metros vallas. ¡Ahora entendéis el titular de esta tribuna!, ¿verdad?. Desde la esquina de la subida al Seminario de San Miguel hasta el propio Palacio Episcopal no hay más de 100 metros, pero ha llegado a haber estos días más vallas que en una prueba de atletismo, porque las cornisas y balcones se caen y tienen más peligro que el capitán del crucero Costa Concordia. ¡Como siga la cosa así, cuando llegue Semana Santa no se podrá cantar lo de «por ventanas y balcones»!.

Lo que más jode es saber que -según los datos de los últimos 13 años- se han invertido casi 8'5 millones de euros en la rehabilitación de un Palacio que se está cayendo. 4.393.499 euros en 2001; 3.221.364 en 2003 (para «La Luz de las Imágenes») y 776.118 en 2010, obra que realizó la empresa oriolana Doalco. ¡Y se cae; pariente, se cae!. En París, Madrid, New York, Roma y otras grandes ciudades tienen «la milla de oro», en Oleza tenemos la de los 100 metros vallas.

Quería haber hablado de Antonio Ángel Hurtado y Asun Mayoral, alcalde de Almoradí y concejala de Oleza, respectivamente, que anunciaron que se van. Con los dos guardo buena relación. Gracias a ambos por vuestra amistad y paciencia y suerte en la jodida vida de civil raso que ahora retomáis. ¡La semana que viene más, si Dios quiere y nada lo impide!.