Insolación
Teatro Principal de Alicante
De Emilia P. Bazán.
Compañía: Miguel Narros.
Versión: Pedro Víllora.
Dirección: Luis Luque.
La novela de Emilia Pardo Bazán data de 1889, una de esas épocas en las que la mujer tenía todo más difícil al moverse dentro de unos estrictos valores morales y de unas convenciones muy estrechas. Queda de manifiesto en esta historia amorosa. La aventura sexual de una marquesa con un hombre más joven, conquistador y de la alta sociedad. María Adánez y José Manuel Poga escenifican convincentemente. Dos psicologías bien matizadas y con algunos choques, y que circulan hacia el ardor. El conservadurismo de la burguesía rompe la capacidad de decidir a finales del siglo XIX en este caso. Pero la atractiva viuda, tras huir de las normas tradicionales y abandonar su represión, decide otro rumbo. Deja atrás la asfixia frustrante y se agarra al derecho a elegir de las mujeres con un abierto final. Evoluciona abriendo la puerta a la pasión y a una visión feminista. Ésta es la postura valiente del personaje y de la propia Pardo Bazán. Insolación es el título como sinónimo de luz, calentura y de soltarse el corsé. Pese a los prejuicios y a la dificultad para estas cosas, mucho más difícil lo tenía el género femenino de las capas bajas. Esta actitud era un escándalo, un desafío y un logro en aquellos momentos. Eso sí, el asunto de una verdadera liberación es mucho más amplio y abarca otros factores personales y sociales relacionados con la mujer. Hoy más aún. En fin. Un testimonio de pasadas etapas que también puede iluminarnos ahora. Los elementos clásicos laten en el ámbito de una sutil escenografía contemporánea donde ambos intérpretes protagonizan esta adaptación teatral de Pedro Víllora que ha dirigido Luis Luque. Les acompañan Chema León y Pepa Rus con notable eficacia. La flexibilidad interpretativa y los rasgos cómicos de Rus convierten a la actriz en duquesa, criada y ventera. La reacción en el Principal de Alicante fue algo tibia, y el termómetro, salvo en ocasiones, no consigue muchos grados a pesar del nombre de la obra. La versión escénica se deja ver aunque no atrape del todo y no adquiera un gran relieve como pieza de teatro. No obstante, bueno es desempolvar textos, adaptar y ofrecer el producto a la afición.
