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Patrimonio del Ateneo

El Ateneo de Alicante celebra su 175 cumpleaños, y en este momento en el que expone una selección de su colección artística en la Lonja del Pescado, tenemos que preguntarnos qué legado cultural nos deja esta institución. De su importancia para la cultura de Alicante en la actualidad, podemos destacar que el Ateneo ha pasado de ser el centro generador de la cultura, en los años treinta, cuando sus miembros fueron capaces de reclamar la atención de la intelectualidad de todo el país, a un proceso en el que desde hace décadas ha ido perdiendo el pulso de los tiempos y ya no lo reconocemos como representativo de las inquietudes contemporáneas, sino todo lo contrario, como un refugio de estéticas bastante reaccionarias. Algo que se constata en esta exposición, con la excepción de los trabajos de José Antonio Cía y Manuel Santana, entre otros.

Los esfuerzos por revitalizarlo no han llegado a cuajar en verdaderos proyectos que lo pongan en marcha. Pero qué sentido tiene hoy en día el ateneo. El nombre ya nos resulta un poco anacrónico. Pero este anacronismo viene dado porque muy pocos ateneos en España se han reciclado y han asumido los principios que generan el debate artístico y social del momento actual. La única acción que puede salvar una institución como esta de tanta raigambre sería la de actualizarlo todo, desde el propio contenedor, que no responde a una concepción contemporánea, hasta su dirección, con la involucración de los protagonistas de la cultura y del arte de Alicante: sus Universidades y Escuelas de Bellas Artes, sus artistas relevantes, tanto literatos como plásticos, científicos, diseñadores: reunir un conjunto de personalidades con capacidad para renovar el proyecto. En realidad esa es la esencia del ateneo. Pero, como otras instituciones políticas y culturales, el Ateneo es víctima de la falta de renovación de las personas en los puestos de dirección, con los mismos nombres durante varias décadas. Y ya es insólito que si algo no funciona durante unos años se mantenga. Seguramente por falta de alternativa, pero es que toda gestión cultural debe crear la salida a otras concepciones diferentes a la suya. Debemos aprender a pasar el testigo sin concebir este traspaso como una renuncia.

Creo que una institución que ha sido el centro promotor de nuestra modernidad, en el que confluyeron las mentes más preclaras: los Bañuls, Miguel López, Emilio Varela, Miguel Hernández, Gabriel Miró, Oscar Esplá? merecería tener un futuro. Lo que puede hacerse con el apoyo institucional pero sobre todo con el requisito imprescindible de plantear un proyecto de Ateneo que responda a la modernidad del siglo XXI. Hace ya más de veinte años que se está dejando morir, esto todo el mundo lo sabe, pero si se planteara realmente un debate sobre qué es el Ateneo, algo cambiaría.

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