Ahora que se cumplen 14 años desde que, en el año 2000 el Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO, acordara la inscripción de nuestro palmeral en la Lista de Patrimonio Mundial, considero que es un buen momento para reflexionar sobre la situación y los retos a los que se enfrenta este singularísimo tesoro natural conformado y conservado desde la época musulmana.

Sin pretender caer en el alarmismo fácil considero que es preciso realizar el análisis partiendo de la premisa de que el Palmeral de Elche atraviesa un momento muy complejo. Es cierto que, afortunadamente, no nos encontramos en el punto crítico que denunciaba con amargura el historiador y archivero local Pedro Ibarra Ruiz, en sus artículos «Pobres Palmeras» y «Pro Palmeras», publicados en 1920, en el periódico local la Libertad, donde denunciaba la incesante destrucción del palmeral. Pero, pese a los esfuerzos proteccionistas realizados durante décadas y a la gran sensibilización social que impera hoy, no podemos obviar que se ciernen sobre nuestro Palmeral algunos riesgos preocupantes.

Ni que decir tiene que, la plaga del picudo rojo representa una de las amenazas más graves que ha padecido el palmeral desde sus orígenes; pese a los denodados esfuerzos que, desde las instancias oficiales, se realizan para evitar que lo advirtamos, este insecto coleóptero está devastando sigilosamente nuestros huertos de palmeras. Resulta evidente que se trata de una plaga de virulencia muy elevada y cuyo control y erradicación resulta particularmente difícil. Por ello, más que negar su impacto o recurrir al tan inservible y siempre socorrido «la culpa es de los que estaban antes», es urgente y necesario que quienes tienen la responsabilidad de gobierno, aparquen su vocación por las polémicas estériles y sean capaces de liderar la búsqueda de una respuesta eficaz.

En directa relación con ello, debo insistir en que considero un error fatal la decisión de la alcaldesa, Mercedes Alonso, de cerrar la Estación Phoenix; desde donde se venía desarrollando una importante y muy útil labor de investigación vegetal, que nos permitió, como ciudad, ser pioneros en el mundo en el cultivo in vitro de palmeras y una referencia en la lucha contra las plagas.

También consideramos imprescindible que el Ayuntamiento de Elche exija seriedad, compromiso e inversión al Gobierno de España y a la Generalitat Valenciana en la conservación del palmeral ilicitano. Es inconcebible que sus ayudas hayan caído hasta niveles que ni llegan a ser meramente simbólicos. Y no debería ser necesario que recordáramos que el Estado está obligado a cumplir el Convenio para la Protección del Patrimonio Mundial de 1972, del que surge la obligación de conservar el Palmeral.

Sin embargo, siendo muy preocupantes los aspectos hasta ahora planteados no podemos perder de vista la necesidad de culminar la protección jurídico-urbanística del palmeral mediante la aprobación del Plan Especial de Protección. Por razones que nunca se han explicado con claridad, la Generalitat impidió que el Plan Especial aprobado el 29 de septiembre de 2008 por el Pleno del Ayuntamiento de Elche, catalogado como «intensamente proteccionista», fuera aprobado definitivamente. Tras el cambio de gobierno experimentado en la ciudad en 2011, el Partido Popular ha impulsado, no sin una fuerte oposición política y social, un nuevo Plan Especial todavía pendiente de su definitiva aprobación. El cual no sólo degrada la protección real de los huertos sino que, de forma subrepticia abre la puerta a la construcción en el palmeral. Decisión que, en opinión del PSOE, constituye la peor de las noticias posibles para el futuro de nuestro preciadísimo legado cultural y natural.

Por lo expuesto, consideramos absolutamente necesario un cambio de rumbo en la política municipal relativa al palmeral; siendo preciso a nuestro entender, en primer lugar, desterrar el irreflexivo ordeno y mando imperante y la vuelta al diálogo, la cooperación y al consenso no sólo entre partidos, sino también entre administraciones y, desde luego, con propietarios y cultivadores de huertos de palmeras. Asimismo, es urgente reactivar la investigación científica; favorecer la cooperación con otros municipios también afectados por la plaga del picudo; establecer líneas de colaboración claras y factibles con los propietarios de palmeras; generar nuevos huertos allí donde sea posible, repoblar otros y restablecer el sistema tradicional de regadío allí donde sea necesario; es vital volver a realizar las podas y limpieza de huertos de forma programada, periódica y organizada; es muy importante abrir un debate sosegado sobre los usos permitidos del palmeral? pero ante todo es vital y determinante para el futuro del palmeral que se cierre para siempre la puerta a la construcción en los huertos que el PP parece estar abriendo. Probablemente, sólo de ese modo seremos capaces, entre todos, de garantizar la pervivencia de lo que la propia UNESCO define como «un oasis, un sistema para la producción agrícola en zonas áridas y un ejemplo único de prácticas agrícolas árabes en el continente europeo» y que para los ilicitanos e ilicitanas es un legado cultural único, de excepcional valor y belleza íntimamente ligado a nuestra vida y a nuestra historia como pueblo.