Francisco quiere ser Paco, o mejor, Curro. «Soy el padre Jorge» cuentan que le dijo al joven que había pedido su intervención para desmontar el grupo de pederastas de Granada, al final tuvo que identificarse por el cargo. Tan increíble era la llamada para el denunciante, y eso que es súper numerario del Opus, o a lo mejor por eso se sorprendió más. ¡Vaya usted a saber!

La misma llamada directa quizá pone de manifiesto su debilidad. Por una parte cada obispo es la máxima autoridad en su diócesis, y por otra la maquinaria y la diplomacia vaticana debe arrastrar una inercia centenaria difícil de mover. Francisco I nada más ser elegido tuvo una serie de gestos significativos de lo que pretendía: los zapatos fueron lo primero -me recordó La miseria de los zapatos de E. Bellamy-, la cruz de madera, irse a vivir en la residencia vaticana, el coche que utiliza, y las palabras que dice. Pero, supongo que nada de esto impresionaría a la Curia vaticana acostumbrada a parar, templar y mandar en advenedizos más entusiastas e impulsivos. Si Francisco quiere transformar la Iglesia católica -supongo que para influir en el mundo globalizado- tenía que empezar por crearse un equipo para controlar la burocracia vaticana y una organización capaz de hacer llegar sus mandatos a los confines del globo, y de informarle. Las cartas de los fieles están bien pero no pueden ser el sistema, la norma. Esto es política. Sí, el Vaticano es maestro en diplomacia y en política florentina. Y creo que Bergoglio lo sabe.

Juan Pablo II jugó un papel nada desdeñable en la caída del telón de acero, en el cambio en la Europa del Este. Una de sus primeras medidas fue transformar el Opus Dei en una prelatura nulius, una congregación dependiente directamente del Papa, y que no debe obediencia en cada diócesis a los obispos. La movilización del Opus sus medios y miembros, en cada viaje o encuentros internacionales de jóvenes, familias, etcétera, han sido una evidencia clara y de importancia esencial. A ellos se sumarían otros como los Legionarios de Cristo -con notable influencia y miembros en los gobiernos de Aznar- o los «Kikos», en España, en la órbita de Rouco Varela. Pero la columna vertebral y el sistema nervioso del papado de Juan Pablo II fue el Opus Dei.

La dimisión de Benedicto XVI pilló a la curia con el pie cambiado. El intelectual y teólogo Ratzinger impotente para acometer los cambios que predicaba hizo lo más coherente: dimitir. Francisco I ha cambiado al secretario de Estado del Vaticano -Bertone, el auténtico jefe de la burocracia vaticana-, ha sustituido a los presidentes de las congregaciones para el clero y para los obispos. Los que proponen, y en gran parte controlan, el ejército de curas y el sistema de ascenso en la jerarquía. Incluso, se ha escrito en la edición internacional del New York Times, que hay un grupo de jesuitas que actúan por los pasillos del Vaticano como los ojos y los oídos del Papa. No hay que olvidar que Bergoglio es de la Congregación de Ignacio de Loyola. Los jesuitas también son prelatura papal, -fueron el brazo del Papa en la Contrarreforma-, y ahora pueden serlo en la reforma de la Iglesia católica.

A partir de embridar el aparato vaticano y contando con su congregación ha dado otros pasos más institucionales. Primero ha nombrado un «gobierno» de ocho cardenales de los cinco continentes para la reforma de la Curia, además de sendas comisiones sobre la banca vaticana y otra para «proteger a los menores». Lo de Zaragoza y Granada son pasitos al lado de lo del padre Marcel fundador de los Legionarios, al que cesó fulminante. La celebración del Sínodo de Obispos en una organización cuasi monárquica, no es una democratización -los obispos se nombran a dedo no los eligen los fieles, al menos todavía- pero sí una mayor colegiación del gobierno de la Iglesia. El punto 52, «sobre que divorciados y casados de nuevo accedan a los sacramentos» hay que seguir reflexionando viene a proponer, ha obtenido 104 votos a favor, 74 en contra -non placet, no les parece bien ni seguir reflexionando- y 5 abstenciones: y otro tanto le ha pasado al punto 55 sobre los homosexuales. Por cierto el sínodo se organiza en círculos.

Camino de un cónclave oí decir a Tarancón que el Espíritu Santo no es eso de la paloma, sino que actúa a través de los hombres y mujeres. Ya puede remangarse y empezar a echar horas que tiene trabajo.