El puerto, el puerto, el puerto... esa fue la clave del nacimiento de Alicante como centro comercial. La huerta de alrededor y, con la mecanización de los transportes, los diferentes municipios de la provincia confluían en Alicante para exportar, intercambiar y abastecer con sus productos de todo tipo.

Del mundo del comercio, de la artesanía, de la gastronomía salieron habilidades singulares, virtuosos del diseño de todas épocas, especialistas en combinar los productos que esta naturaleza mediterránea da a quienes la habitan de «Algeciras a Estambul» como dicen los poemas de la canción de Serrat.

Aquellos productos que, abastecieron el zoco, en frente de la actual basílica de Santa María, que luego se instalaron en el mismo puerto y en la zona de mercado donde hoy se levantan los singulares edificios Casa Carbonell y Edificio Lamaignere, se distribuyeron luego por las calles del centro hasta llegar en 1921 al Mercado Central de Abastos, obra arquitectónica de Juan Vidal y que esta foto (gentileza de la colección particular de Pedro Picatoste de Gente Asesores Publicitarios) ilustra en sus primeros instantes de funcionamiento, aquellos productos alcanzaron la gran difusión que los mercados municipales ponen al alcance de toda la ciudadanía.

Con la actividad del trasiego mercantil llegaron los comercios también ofreciendo servicios y productos a todos, y con ellos la publicidad que, tan ingeniosa siempre, acercaba a propios y extraños a su dirección.

Pero ese mercado central canalizó, desde su inicio, una actividad que en estos 93 años ve cada mañana a la gente llegar. Muy temprano un mundo de trasiego y preparativos convierten espacios vacíos en todo un escaparate para los sentidos.

Los mercados están cambiando, cada vez más son lugares para sibaritas, para buscadores de lo singular dentro del bullicio, seguro que los de la ciudad de Alicante cambiarán, se actualizarán y adaptarán a lo que el porvenir dicte, como siempre han hecho.

Pero algo permanecerá inmutable, esa ilusión de los niños que van con su madre al mercado a llenarse de colores, olores y sabores y que nunca olvidan esas sensaciones que nos han acompañado toda la vida. Y por otra parte esos comerciantes o vendedores del mercado que generación tras generación continúan con el noble oficio de ofrecer lo suyo a los demás. Celebremos nuestros primeros 93 años del Mercado Central de Alicante.