He seguido atentamente las entregas de Las caras de la noticia, en las que Canal + ha radiografiado el estado del periodismo televisivo en España. No creo, ni muchísimo menos, que con estas cuatro horas de reportaje comprimido se haya agotado la cuestión. Los informativos son, desde hace tiempo, una columna vertebral para las cadenas generalistas. Que al principio invirtieron en ellos por alcanzar el prestigio. Unos informativos consolidados siempre aportan una imagen positiva a la marca. Pero hace bastante que ese tiempo fue superado. Ahora los informativos son un programa de máxima audiencia. Conscientes de ello, y con la máxima de arañar hasta al último espectador, los editores trazan una escaleta que agarre por el cuello al respetable y no lo suelte. Se trata de elaborar un relato informativo atractivo, incontestable, y seriado. La seriación es la clave del éxito. Cadenas como La Sexta entendieron muy bien la estrategia, donde magacines e informativos se funden y confunden. Los segundos continúan a rajatabla con el relato emprendido por los primeros.
En este sentido, recuerdo cuánto me chocaron las palabras de Roberto Arce, quien charlando con Juan José Lucas afirmó, como si tal cosa, que durante el verano no había noticias, y que por tanto había que llenar la escaleta con piezas que no lo son. Cómo me habría gustado estar ahí para contestar a Arce. Seguí durante los veranos de 2013 y 2014, no menos de dos informativos diarios completos, y puedo asegurar que el relato informativo, la hebra, las tramas y subtramas abiertas en los magacines previos, no decayeron ni un instante. Ni una jornada. Hablar todavía de que en verano no hay noticias es haberse quedado en la prehistoria televisiva de las mismas. Sobre todo ello cabría hablar en un nuevo documental, todavía por hacer, donde hubiese menos «postureo» y más verdad.
