Las grandes superficies, las jugueterías, los supermercados y los fabricantes de turrones, dulces y cavas, los comercios de guirnaldas, luces de colores y demás adornos, se han puesto en marcha al calor de las «obligadas» compras de Navidad. Dentro de poco se empezará a reservar mesas en restaurantes, regalos para Santa Claus y Reyes.

¡Ya es Navidad!, se proclamará a diestro y siniestro en la radio, en la televisión. Se invitará a reservar para año nuevo€ ¡Ah!, porque ahí no queda la cosa: se enlaza la Nochebuena con la Nochevieja. Y no pare usted de contar: hasta el cotillón no hay respiro.

Y ante todo este comprar, comer y divertirse, nos podemos preguntar: ¿ha pasado algo, hay alguna noticia inesperada, hay alguna gran noticia, algo que celebrar? Seguramente muchos contestarán que no, que no saben, que la crisis sigue, aunque un poco menos, que las noticias son de corrupciones, de abusos dinerarios, de desamparo de la ciudadanía, de que no hay justicia; que hay muchos que saltan las vallas fronterizas por necesidad y otros quieren saltarse las leyes por narices; que hay alarma social, ébola, guerras, catástrofes, inundaciones€ La voz de la calle, la opinión pública, se desayuna y se acuesta con estas noticias cotidianas y repetitivas y, de pronto, hay que hacer una pausa€ porque ya es Navidad.

Ante este panorama nos preguntamos seriamente, ¿por qué es Navidad? La Asociación de Belenistas de Alicante, durante todo el año, ha preparado escenas, dioramas, portales y belenes panorámicos que se expondrán para disfrute de grandes y pequeños en distintos lugares de la ciudad. Y mientras se realizan esos belenes todos vamos pensando, día a día, en lo que representan: que Dios se hizo hombre y nació de una Virgen, desposada con José, en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes y que los ángeles lo anunciaron como el Mesías, el Salvador.

¡Esa sí que es una gran noticia, señores! Una noticia que no aparece en los medios de comunicación y que, sin embargo, de aplicar su importancia y su mensaje, se acabarían todas las otras noticias que nos abruman a diario. Cuando el belenista plasma la escena del empadronamiento de José y María está poniendo de manifiesto que las leyes deben cumplirse buscando el bien común; cuando el belenista enseña al posadero cerrando la posada y dejando en la calle, a la intemperie, a los viajeros angustiados por el próximo alumbramiento, denuncia las situaciones de quienes, venidos de lejos por necesidad o por persecución, encuentran puertas cerradas y negación de papeles.

Y con la escena de un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre el belenista denuncia el maltrato a los niños, la falta de ayuda a las familias, los abortos que anteponen el egoísmo a la vida. Y la dramática escena de la huida a Egipto muestra a María, José y al Niño, yendo a tierras extrañas, igual que ahora otros muchos deben emigrar a la fuerza por persecución o falta de trabajo.

¡Ya es Navidad!, deberíamos decir todos los días, porque estamos celebrando el Nacimiento de Jesús en Belén. Ese Jesús que nos enseñó a cumplir las leyes, porque Él se sometió a las de su tiempo dando a Dios lo que es Dios y al César lo que es del César; el Jesús que nos dio ejemplo de humildad desde aquel mísero portal en que nació; el Jesús que nos enseñó a pedir lo necesario sin desmayo, a dar sin reclamar, a entregarse por el otro; que vino a curar al enfermo, a liberar al cautivo, a abrir los ojos del ciego y los oídos del sordo; a proclamar la Buena Nueva, en una palabra.

Desde aquí invito a todos los que lean estas líneas a celebrar la auténtica Navidad, la que significa Buena Noticia. Si con los belenes en la calle, la Asociación de Belenistas contribuye a traernos una reflexión y una celebración de la auténtica Navidad, los belenistas nos daremos por bien pagados y el esfuerzo de todo el año habrá merecido la pena.