Desde que el Rey D. Alfonso «el Magnánimo» diera licencia en Capua, el 21 de mayo de 1440, para que una comunidad de frailes franciscanos se instalara en el paraje denominado «Pla del Bon Repòs», situado a un kilómetro, aproximadamente, de la vieja ciudad de Alicante, hasta la actualidad, han pasado 574 años.

El punto de inicio de lo que conmemoramos, se sitúa en el reinado de D. Fernando «el Católico». El convento y ermita de Los Ángeles se encontraban muy deteriorados, de tal modo que los frailes franciscanos solicitaron, del Papa León X, licencia para construir una nueva residencia e iglesia.

Escogen para ello un paraje llano, más cerca de la vieja ciudad, a unos 400 metros de la muralla. Ese lugar se llamaba Arrabal de Gracia y en él había una elevación rocosa, a modo de «montañeta», ocupada por un clásico molino de viento.

En 1514 se otorga la licencia papal y, prácticamente con el edificio en construcción, se trasladan los religiosos, con las santas reliquias, ornamentos, enseres y restos de los frailes fallecidos. El nuevo convento e iglesia fueron construidos con piedra de la cantera que existía en el mismo terreno. Una piedra blanca que dio para elevar ambos edificios. Nos remontamos al 24 de noviembre de 1514, inicio de los 500 años que ahora conmemoramos. El convento se llamó de San Francisco y la Iglesia, de Nuestra Señora de Gracia. Estuvo esta Iglesia adscrita a la Diócesis de Cartagena y bajo la protección del Rey D. Fernando de Aragón.

La proximidad de la ensenada de Babel, donde arribaban buques de todas las naciones, obligó a la construcción, junto a templo y convento, de un albergue y hospital, este dentro del recinto amurallado, para atender a los numerosos peregrinos procedentes de Tierra Santa. Así, en la parte trasera de la morada de frailes, se levantó un edificio que perteneció a la Comisaría de los Santos Lugares de Jerusalén, denominado «La Casa Santa», dando nombre a la calle en la que se asentaba.

El 11 de abril de 1535 (Bendicho lo sitúa en 1531) frente al convento fue colocada una colosal cruz de piedra, que se elevaba sobre cinco gradas y estaba situada al pie de la Montañeta.

La República de Ragussa, mantenía con Alicante un importante intercambio comercial. Era tanta la relación entre la ciudad y aquel Estado, que en la Iglesia de la Montañeta disponían sus súbditos de un altar, con las imágenes de San Blas y San Jorge, patronos de la República Genovesa. El acuerdo fechado el 5 de abril de 1576 estipulaba celebrar una misa de difuntos semanal, así como la posibilidad de enterrar en ella a los fallecidos de la referida nacionalidad que murieran en nuestra ciudad. Este patronazgo genovés se mantiene hasta el 28 de julio de 1731.

Benedicto XIII -año 1725-, concede la distinción de Altar Distinguido al ara mayor del templo, cuya concesión fue a perpetuidad.

El deterioro del tiempo obliga, en 1732 a una profunda rehabilitación encargando la obra al maestro albañil D. Mauro Carbonell, natural de Alcoy.

Un hito importante ocurre en 1800, 19 de noviembre, el Papa Pio VII, otorga una bula por la que se agrega la Iglesia de Nª Sª de Gracia a la de San Juan de Letrán, de Roma, con todas sus Gracias e Indulgencias.

En esas fechas, Alicante inicia, influida tardíamente por las corrientes europeas, un gran cambio en su fisonomía. Las viejas y frágiles tapias construidas en 1704, habían extendido la población hacia el convento, creándose así el «arrabal de San Francisco». El arrabal de Gracia seguía siendo un llano húmedo e infesto, donde vivían, precariamente, unos 500 vecinos, en viviendas pobres y caóticas. La prostitución acampó en la calle Delicias, nombre sugerente (actualmente Pintor Agrassot). Las endebles tapias fueron derribadas en 1807, construyéndose una muralla más solida, que arrancando de la Puerta de San Francisco (confluencia entre la calle de San Francisco y la Plaza de Calvo Sotelo), dejaba el convento e iglesia dentro del recinto amurallado.

El Real Decreto de Mendizábal obligó a la exclaustración de los franciscanos. Como consecuencia se destina el convento a cuartel de infantería, cedido al Ramo de Guerra en virtud de R.O. del Ministerio de Hacienda del 5 de noviembre de 1841, aunque estaba ya entregado provisionalmente desde el 13 de abril de 1838 a la Hacienda Militar.

En el año 1909, en que se construye el cuartel «Princesa Mercedes» de Benalúa las dependencias del monasterio se destinan a Intendencia Militar. La Iglesia de Nª Sª de Gracia queda abierta al culto, tanto para el público en general, como para la tropa de infantería, dependiente del Regimiento de La Albuera, con sede en Cartagena.

La declaración de «ruina» de la iglesia, obliga a la clausura por parte del municipio. La insistencia del pueblo alicantino obligó a su rehabilitación, siendo reabierta al culto el 11 de diciembre de 1859. En 1915 es elevada a la condición de Iglesia Parroquial, siendo 1918 la fecha en la que se inician las conversaciones con el Estado (Ministerios de Hacienda y de la Guerra) y el Ayuntamiento de la ciudad, en cuanto a la delimitación de las propiedades que podrían corresponder al clero, dado que ambos ministerios conservaban, desde Mendizábal, la de casi todos los terrenos de la llamada Montañeta, incluido el Cuartel y la Casa Santa. Estas conversaciones no concluirían hasta 1945.

La revuelta del 11 de mayo de 1931 no afecta a la Iglesia de Nª Sª de Gracia, probablemente por el amparo de las dependencias que el ejercito mantenía en el viejo Cuartel. Sin embargo, el 20 de febrero de 1936 fue asaltada, incendiada y arrasada. Cayó abatida la iglesia con todos sus tesoros, pinturas, esculturas, de gran valor artístico.

El 2 de julio de 1945, los pactos con el Estado y el Municipio dan lugar a que se adquiera el terreno que ocupa el actual cuerpo del santuario, el cual, reconstruido bajo la dirección del arquitecto D. Antonio Serrano Peral, fue inaugurado el 15 de diciembre de 1951.

Realidad en el presente y quinientos años en la memoria.