Moonwinds

ADDA

Ciclo Alicante Actual.

Director: Joan Enric Lluna.

Obras: Couperin, Pärt, J. L. Turina, Hosokawa, Soler, J. Horowitz.

ADDA. Sala de Cámara. Martes, 18 de noviembre de 2014.

Vaya por delante que si yo peco de una cosa, es de sinceridad. Y así me va. Con lo bueno y lo malo. Pero imagínense la situación. Cualquier terraza de cualquier bar de cualquier ciudad. Unas cervezas después de un concierto con algunos de los que han asistido y unos cuantos músicos. La chica que tengo a mi lado, pelo castaño lacio y sonrisa inocente, después de un rato en el que se ha ido ganando mi confianza me pregunta: ¿y qué te ha parecido la obra de estreno? Yo le suelto un improperio sin mediar reflexión. Al minuto llega el compositor en cuestión y le sacude un beso en los morros a la del pelo castaño, su novia. Así soy yo.

Todo esto viene para entender la tierra hostil que supone el mundo de la música en particular y el del arte en general. Es decir, la percepción, esa primera aproximación a una manifestación artística, es la que condiciona tu relación con ella. A partir de ahí ya entra en pie la reflexión, y tanto una como la otra beben de tu formación, de tus recuerdos, de tu estado anímico, de tu devenir vital en definitiva. ¿Todo vale entonces? No. Hay unos mínimos. Primero que la interpretación dignifique la música.

Por ejemplo, el admirable compromiso hacia la música contemporánea demostrado por el grupo Moonwinds, dirigidos (y acompañados) por Joan Enric LLuna, manifestó que un trabajo riguroso es capaz de poner en valor repertorios que todavía no tienen la certificación del paso del tiempo, de la historia.

¿Cuál es el secreto? Componentes de primer nivel, formalidad en el trabajo y muchas horas antes del escenario. No hace falta asistir a los ensayos para saberlo. No hay más misterio. Después ya se entrecruzan otros factores. Por ejemplo. Salgo del concierto y le digo a mi amigo R. que la obra de Hosokawa me ha parecido una «murga insoportable». A él, sin embrago, le ha parecido maravillosa. Entramos en una calurosa discusión que, sabemos, no va a llevar a ninguna parte. El siguiente paso es entrar ya en discusiones técnicas, estéticas, de instrumentación, que, con Bach, Schumann o Albéniz, el tamizado del tiempo se ha encargado de enmendar.