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Isabel Vicente

¿Sentido ético?

A mí, cuando cojo un taxi, como en un restaurante o me subo a un tren por cuestiones de trabajo, me exigen en el periódico hasta la última justificación de los gastos, algo que siempre me ha parecido absolutamente normal. En el Congreso y en el Senado, sin embargo, ha tenido que llegar la escandalera de los viajes privados a Canarias del presidente extremeño, José Antonio Monago, para que sus señorías se hayan dignado a establecer un cierto control de sus andanzas por esos mundos de Dios con dinero público. Es un acuerdo limitado, faltaría más, de forma que sólo nos enteraremos de la cifra total del gasto cada tres meses sin especificar ni por diputados ni por partidos y el control de los viajes será controlado, en teoría, por sus propios grupos lo que resulta, cuanto menos, inquietante. Dirán ustedes que, dado que hasta ahora podían viajar gratis por donde les viniera en gana sin dar ni una explicación, es una avance, pero a mí, que pago hasta mi parte de las cápsulas de café de la máquina del trabajo, me resultan increíbles estas reticencias a justificar de forma clara cada euro que los próceres de la patria gastan de nuestro dinero.

También me gustaría conocer los motivos por los que tenemos que pagar con dinero público los viajes que realizan los diputados para asistir a actos de sus partidos, y agradecería que me aclararan las causas de la aversión de sus señorías a viajar en segunda, a comer de menú o a alojarse en hotelitos de dos o tres estrellas como hacemos la mayoría de los mortales; aunque, claro, nosotros lo pagamos de nuestro bolsillo. Decía ayer el vicepresidente del Senado, Juan José Lucas, que el «sentido ético» de los políticos al manejar dinero público, «es más determinante que cualquier papel». ¡Hombre, claro! Lo que pasa es que con el espectáculo que más de uno está dando últimamente ¿hay quien confíe en el sentido ético?

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