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Antonio Sempere

¿Dónde está el público?

Concluyó la XXII Muestra de Teatro, y los balances hablan de éxito de público. Podría mirar a otra parte como si no pasase nada. Sería la postura cómoda. Pero no creo que la situación del teatro en Alicante esté para que nos demos baños de autocomplacencia. Dionisio Ridruejo. Una marca española, con la marca del CDN y la dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente, llenó poco más de 150 butacas de las 900 de aforo con que cuenta el Principal. Estaba presente el autor de la propuesta, Ignacio Amestoy, y por el patio de butacas (plateas vacías, club vacío, anfiteatro gélido) pudimos ver a varios de los invitados de la Muestra de Teatro, críticos, traductores y profesionales venidos de otras latitudes. Pasamos lista, y los alicantinos estábamos en cuadro. Gustaría más o menos, pero se trataba de uno de los montajes de más entidad visto en Alicante en tiempo.

El jueves anterior sin ir más lejos, en el mismo escenario, Leo Harlem se veía obligado a desdoblar su función, agotando el papel de ambas, vendiendo 1.800 entradas sin despeinarse. La cola de aquellos espectadores del 6 de noviembre, que penetraba por la calle del Teatro hasta la manzana siguiente contrastó con la imagen desolada de la puerta del Principal durante la noche de este jueves 13. Por supuesto que el espectáculo de Leo Harlem y Dani de la Cámara no era teatro, sino otra cosa. Y eso es lo grave. Que la gente, cada vez más, pase del teatro. A propuesta más ambiciosa, mayor indiferencia. A mayor enjundia, menos respuesta.

La situación es lo suficientemente grave como para reflexionar un momento sobre ella. Aquí hay varios datos constatables. Por un lado, se ha perdido ese perfil de público exigente y formado, atento a las propuestas menos convencionales. Por otro, el apoyo de las instituciones es mínimo. Y de unos años a esta parte, cada vez más testimonial.

Autofinanciación

Porque vamos a ver, el hecho de que la Muestra de Teatro de Autores Contemporáneos cuente con un presupuesto mayor que el que cuenta el Teatro Principal para realizar su programación anual supone, como mínimo, una anomalía. La pescadilla se muerde la cola. El Teatro Principal, ahogado económicamente, se ve obligado a autofinanciarse. Para ello, debe programar pensando en llenar el aforo completo. Porque de no hacerlo, sus cuentas entrarían en números rojos.

Así las cosas, no valen sutilezas. Cualquier espectáculo que suponga un riesgo no se puede programar. Y ahí está la lista de funciones que hace tiempo dejaron de pasar por Alicante. Cada vez más. Eso pasó a la historia. El Teatro no puede programarlos porque no le salen las cuentas.

Las cosas están complicadas. Pero paradójicamente hay que ser optimistas y pensar que podrían ser peores. A menos de un año de las elecciones no es baladí pensar qué ocurriría con la línea de la programación del Teatro Principal si en ella se impusiera el criterio lingüístico que rige en el Paraninfo de la Universidad. O se optase por el teatro de proximidad, como ocurre en la temporada actual del Teatre Arniches. Opciones muy respetables. Pero que nos podrían hacer añorar, y de qué manera, otros tiempos. Hasta estos tiempos.

Plateas vacías

Y volvemos al público, a ese que se ha volatilizado sin que sepamos cómo recuperar. Todavía recuerdo la última edición de Alicante a Escena, el pasado septiembre, con un Teatro Principal la mayoría de los días desangelado, porque ni siquiera al calor de la llamada de los grupos de la provincia acudieron más de un centenar de espectadores. O el memorable preestreno de Equus de la Compañía Ferroviaria, en el Paraninfo de la Universidad el pasado 5 de noviembre, con unas decenas de espectadores como únicos testigos.

¿Es necesario recordar que el próximo 1 de febrero el homenajeado en la pasada Muestra de Teatro, Carles Alberola, presentará en el Teatro Principal Ficció, que las entradas se pusieron a la venta en septiembre, y que sólo se han vendido 50? Sin irnos tan lejos en el tiempo, ¿cuántos espectadores acudirán a ver el monólogo de Carmen Elías (¡de doña Carmen Elías!) el día 28 de noviembre al Colegio Mayor de la Universidad de Alicante?

Alicante tuvo un público importante en las décadas pasadas. Y una Asociación de Espectadores modélica. Pero todo eso se perdió. Las instituciones públicas deberían olvidarse de réditos electorales y ponerse manos a la obra a reconstruir esta demolición cultural. Tienen la obligación moral.

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