Ancelotti ha creado un equipo armónico en torno a Isco y uno vertical y afilado con Bale. Isco es armonía. La pelota al pie, la asociación, una legión de centrocampistas que crecen en torno a la pelota, atraídos por su encanto. El gran mérito del malagueño es que hace más brillantes a sus compañeros. A su lado, todo parece más sencillo. Él también se reserva algún guiño de los que celebra hasta el público más exigente. Isco basa su campaña a la titularidad en su capacidad para que el equipo sea más estético.

Bale es el rugido. Lo suyo poco tiene que ver con el colectivo. Para el galés el partido se basa en uno contra uno con el defensa de turno. Del que, por cierto, suele salir ganador. A veces da la impresión de que a Bale le costaría explicar las reglas más básicas del juego. Es un solista, un hombre que solo aparece para el gol o la asistencia; para copar las portadas. Bale es el recurso cuando el colectivo no funciona, una estampida que traza la vía más directa al gol. El extremo pide su lugar en el césped con la eficacia de su propuesta: goles, carreras y asistencias sin importar el rival.

Mientras Ancelotti busca la fórmula para combinar a los dos futbolistas, el Madrid aglutina elogios. Es el dilema más excitante para el Bernabéu. Los estilos de juego de los dos futbolistas son tan marcados que incluso influyen en la propuesta del italiano. Con Isco, el Madrid juega; con Bale, corre y muerde.

Por supuesto están las cuestiones que van más allá de la pizarra. Bale es la apuesta millonaria de Florentino Pérez y Ancelotti tiene un máster en relaciones públicas con los dirigentes. «Si está bien, Bale juega», se apuró en aclarar en pleno huracán Isco. Pero el malagueño también pertenece al club de los protegidos por el presidente. Es, además, uno de los enchufados del Bernabéu. La hoja de méritos extradeportivos apunta al empate técnico.

Quizás la solución no sea excluyente entre los dos. A Ancelotti le toca ahora saber qué plan se adecua mejor a cada escenario, qué menú conviene cada día. A veces la tarde estará para música ligera y nadie como Isco sabe interpretarla, otras veces el cuerpo pide rock, con los punteos de Bale. De momento, las dos versiones del Madrid suenan a éxito.