El día 14, de este mismo mes de noviembre, se cumple el 30 aniversario de la muerte de Chester Himes, uno de los grandes autores de la novela negra, quizás el más importante de los escritores afroamericanos. Traigo a colación la efémeride por el hecho de que su cuerpo fue enterrado en el cementerio municipal de Benissa, mi pueblo. La circunstancia se debió a que tanto en Moraira, donde se produjo el deceso, ni en Teulada, donde se ubica el cementerio de ambos núcleos de población, existía una sala dedicada a depósito. Aquella fría tarde otoñal nos dimos cita hasta seis periodistas de la prensa regional y corresponsales de periódicos de ámbito nacional. Después, el silencio, inmerecido, por el desconocimiento de la personalidad del escritor con las únicas excepciones de las ofrendas florales de Lesley, la viuda y la mía propia con las obligadas ausencias por alguna enfermedad.

Chester Himes había nacido en el año 1909 en Jefferson City, del Estado de Missouri, en el seno de una modesta familia de clase media, de madre luchadora y padre conformista. Estudió en el Instituto de Cleveland y en la Universidad de Columbia habiendo sido expulsado de ambas instituciones. A los 19 años ya conoció los rigores de la vida carcelaria, pues había que cumplir una condena de 20 años de privación de libertad por un atraco a mano armada. Fue en la cárcel donde descubrió su vena literaria. El aburrimiento, que le llevó al estudio y la lectura intensiva, a escribir, fueron los factores que descubrieron al autor que había elegido el tortuoso camino de la delincuencia y pudo despertar gracias a la literatura. En el año 1934 escribió su primer relato, que publicó una revista de ámbito local hasta tal punto interesada en sus escritos que siguió pidiéndole nuevas colaboraciones que se sucedieron en el tiempo hasta el año 1945 en el que fue editada su primera novela titulada Si grita déjalo ir. En realidad, una realidad forzada por la intransigente censura fue la que no permitió la publicación de la primera obra por la temática transmitida, hablaba, claro está, de la creciente homoxesualidad que había ido ganando espacio en la sociedad norteamericana, tanto en los campos algodoneros o en las cárceles y por supuesto entre otros estamentos sociales y que el autor trató no con simpatia, pero sí intentando justificar, comprendiendo la realidad de un movimiento social imparable. La pohibición se mantuvo durante años y fue ya en sus primeros tiempos de libertad cuando Tirar la primera piedra se convirtió en una obra al alcance del lector que la premió con su interés.

En el año 1956 se traslada a París siguiendo la moda creada por escritores y periodistas norteamericanos que le acogen con verdadero entusiasmo, ya que, entre sus filas nunca hasta entonces los autores de color habían formado parte de un club tan selectivo. La consecuencia más notoria de este tiempo parisino es, para Chester, el conocimiento y la consiguiente boda con la britànica Lesley que sería su compañera durante el resto de su vida y en la soledad eterna de la muerte. En París, Chester inició la serie que le haría famoso, la que protagonizaron Ataud Ed Johnson y Sepulturero Jones, que llevaron a su autor a integrarse en el club de la novela negra -calificada de este modo por la temática y no por el color de la piel de sus autores- en el que llegó a ocupar un lugar preeminente. Al respecto, hacemosnotar que la esposa siempre defendió la gran variedad temática de la obra de Chester Himes en general, destacando entre tan numerosa producción la obra Algodón en Harlem, llevada al cine y traducida al español y al catalán. En este segundo idioma se publican hasta cinco novelas de la pareja de detectives sui generis, que se ganan el favor del público lector y proporcionando al matrimonio Himes una situación de comodidad económica que les permite trasladarse a Alicante por un tiempo y a Moraira para el resto de sus vidas. La muerte les ha unido en el cementerio de Benissa donde nunca le ha faltado su rosa roja a Chester Himes a lo largo de treinta años y últimamente a Lesley la pureza de una rosa blanca.