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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Gran desfile

¿Espectáculo o sentimiento? Esa es la pregunta del millón que cabría realizarse después de asistir el pasado sábado en Villena al desfile de escuadras especiales, dentro de las actividades de Artefiesta. Evidentemente, la pregunta es capciosa. Por supuesto que las fiestas de moros y cristianos, y más concretamente sus desfiles, cuentan con un componente espectacular. Pero no es menos cierto que todos sus elementos, y por encima de todos ellos la música, conducen a remover esos hondos sentimientos que pululan por el ADN de los lugareños. De los presentes, pero también de los ausentes. De los que decidieron ser actores, pero también de quienes solamente ejercen de espectadores.

En este sentido, encontré muy significativo uno de los muchísimos mensajes que pudimos leer a lo largo del fin de semana en las redes sociales. Contaba una villenera en la distancia cómo a la hora del desfile llamó a sus padres, que viven en la calle Ancha. Y cómo éstos sacaron el auricular por la ventana. «De verdad que sonaba a día 5», concluía la festera ausente. Afirmación verdaderamente reveladora acerca de la capacidad de evocación de una fiesta todopoderosa. La fuerza del gran desfile del sábado, espectacular como él solo (3.000 participantes, decenas de bandas de música, boatos, animales exóticos, ballets y carrozas), se potenciaba más en tanto en cuanto nos remitía a las sensaciones y los sentimientos, genuinos y exclusivos, vividos durante la primera semana de septiembre. A la emoción honda. La clave de la pujanza de la fiesta.

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