Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Juan José Millas

Tierra de nadie

Juan José Millás

La cabecilla

En efecto, hay que agradecerle a Esperanza Aguirre que fuera la primera en pedir perdón por haber tenido de mano derecha a Francisco Granados. Pero inmediatamente hay que desagradecérselo, por su cinismo. No hay manera de creerse a esta mujer, que prestigia a las fuerza del orden cuando ello le da votos y las desprestigia cuando le ponen una multa. Además, Aguirre todavía no ha pedido perdón por el tamayazo, aquella sucia maniobra que obligó a repetir las elecciones en Madrid y que la condujo en volandas a la Presidencia de la Comunidad. El tamayazo consistió en que dos concejales socialistas vendieron su voto. Aguirre no se ha preguntado todavía por qué los traidores fueron protegidos, durante los días siguientes al escándalo, por fuerzas de seguridad cercanas a su partido. Aguirre, por cierto, trabaja para una empresa de cazatalentos de la que aún no se ha ido voluntariamente, pese a la vista que ha demostrado en la selección de personal. Y es que Granados no fue solo su mano derecha, fue su hígado (su hígado político, se entiende) en el sentido de que su organismo era el encargado de filtrar las aguas sucias de su política. Granados presidió, por ejemplo, la comisión de investigación del tamayazo con los resultados de todos conocidos. Se sospecha, además, que montó en la Comunidad una policía paralela para investigar a sus propios compañeros.

Aguirre dimitió de su cargo cuando los olores de la Gürtel comenzaban a resultar insoportables y dejó en su lugar a Ignacio González, el presidente actual. De González sabemos pocas cosas, excepto que disfrutó durante años de un ático marbellí a un precio de alquiler de risa. Sabemos que luego compró ese ático, pero ignoramos a quién. Bueno, a una empresa radicada en un paraíso fiscal. Como cualquier persona del montón. ¿Quién no ha comprado un palacio de esa forma? Así estamos. González es asimismo un enemigo furibundo de la sanidad pública.

En el momento de escribir estas líneas no ha cesado todavía a Javier Aguirre, director general del asunto que, con Teresa Romero al borde de la muerte, afirmó que la enferma mentía. ¿Hablamos de un grupo de políticos? No, hablamos de una panda de la que Esperanza Aguirre es la cabecilla.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats