Gabriel Echávarri, presumible candidato a la Alcaldía de la ciudad por el PSOE, ha ido un paso más allá en la infame estrategia que, junto a su padrino político Ángel Franco, a la sazón, confidente y colaborador del presunto corruptor Enrique Ortiz, comenzó desde el mismo momento en que fue proclamado secretario general.

No había transcurrido ni veinticuatro horas desde la asamblea que lo hizo secretario general cuando instruyó el primer expediente de expulsión a quien esto escribe por denunciar públicamente lo que más tarde quedó acreditado por los informes policiales y las escuchas de los casos Brugal y Rabassa, esto es, la presunta colaboración de miembros destacados del PSOE en Alicante con el cártel organizado por el empresario Enrique Ortiz y cargos públicos del Partido Popular, para saquear la ciudad. Desde entonces, y utilizando como pretexto la supuesta falta de lealtad hacia su persona y el partido, de aquellas personas que hemos denunciado tanto de manera interna como públicamente, estas vergonzosas connivencias con los presuntos corruptos, no han cesado ni un momento las amenazas, los intentos de extorsión utilizando para ello los sueldos públicos, los castigos despojando de competencias a los concejales, los despidos al personal de confianza, los expedientes disciplinarios y las expulsiones sumarísimas.

Ahora, en el colmo de esa orgía inquisitorial, Echávarri, secretario general de los socialistas de Alicante, el mismo que durante años se ha negado a investigar las conexiones de su «padrino» político, Ángel Franco, y de otros dirigentes del partido con la trama de corrupción destapada en los casos Brugal y Rabassa, por si con ello ponía en riesgo su propio futuro político, el mismo que en una actuación más propia de un capo mafioso que de una persona comprometida con las ideas de libertad, igualdad y fraternidad que dice defender, intentó poner en duda la honestidad de un periodista difundiendo un informe manipulado de la Policía, este mismo se ha atrevido a interponer una querella contra Ana Paula Cid, militante socialista y concejala del grupo municipal en la que le pide dieciocho mil euros de indemnización por atentar contra su honor en unas declaraciones públicas en las que Ana Paula denunciaba sus intentos de esconder los trapos sucios.

Ana Paula Cid es una mujer socialista y comprometida, y que ha visto cómo algunos de sus propios compañeros de partido, haciendo alarde de una absoluta falta de sensibilidad, cuando no de una crueldad manifiesta -y de esto que digo soy testigo presencial-, han llegado a reprochar sus ausencias mientras ella luchaba por su vida y recomponer su salud. Ana Paula representa un ejemplo de ciudadana y de compromiso ético con la política y, como muchos y muchas militantes socialistas, ha actuado con la dignidad que la ciudadanía nos exige denunciando públicamente a los presuntos corruptos y a sus encubridores, sean estos de donde sean y pertenezcan al partido que pertenezcan.

No puedo dejar de preguntarme cuál es para Gabriel Echávarri el significado de la palabra honor. Sinceramente, no creo que entienda lo mismo que yo ni la mayoría de las personas. Porque si entendiera que honor es la cualidad moral que lleva a conducirse de manera ejemplar respecto del prójimo, jamás habría ordenado abrir expedientes de expulsión injustos, ni despedido trabajadores sin previo aviso, ni amenazado con retirar sueldos, ni por supuesto habría intentado ensuciar la reputación de un periodista. ¿Acaso todas estas actuaciones tienen algo que ver con el honor? De una cosa estoy seguro, actuaciones tan deshonrosas como estas ni se repararán con dieciocho mil euros, ni son lo que la ciudadanía espera de alguien que aspira a representarlos desde una Alcaldía. La única salida verdaderamente honorable sería dimitir y abandonar la política.

Yo, como Ana Paula, pienso que los tiempos de la «omertá» terminaron, que los trapos sucios no se lavan en casa, que es necesario investigar y denunciar los comportamientos inadecuados hasta sus últimas consecuencias, y que todo aquel que ponga obstáculos para que esto suceda será cómplice por omisión de las conductas corruptas.

Probablemente, Echávarri será el próximo candidato a la Alcaldía en representación del PSOE en Alicante, ha sido elegido en un proceso de primarias que, en mi opinión y en la de los otros dos aspirantes, no ha sido todo lo limpio y transparente que cabría esperar de un partido que aspira a gobernar la ciudad recuperando para ello la confianza de la ciudadanía, y estos comportamientos no son el camino para conseguirlo.