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Yo me confieso en el nombre del Padre

Orquesta BBC de Londres

ADDA (Sala Sinfónica)

Obras de Richard Strauss, Maurice Ravel y Igor Stravinski.

Javier Perianes, piano.

Sakari Oramo, director.

Fecha: Sábado 18 de octubre.

Vale. Lo acepto. Me retracto. Cuando empezó todo esto del ADDA me puse cenizo y, en mis adentros, me imaginaba una vida corta y poco productiva para el ciclo sinfónico. Ya saben, que si unos meten mano, que si los egos, que si esto o lo otro. Por suerte, me he equivocado y la cosa está funcionando excepcionalmente bien. Para muestra un botón. Este año, para empezar, nada menos que la Orquesta Sinfónica de la BBC. Tras ella, casi 100 años de historia y una especial atención a los estrenos de música contemporánea.

Esta tendencia al siglo XX la vimos en un repertorio, el del sábado, centrado en obras de la pasada centuria. Pero primero Richard Strauss. El compositor alemán, agradecido en su orquestación efectiva y efectista, abrió un concierto demostrando por qué nos encontramos ante una de las principales orquestas del mundo. Principal no solo en la calidad del resultado, que atestiguó el Don Juan de Richard Strauss, sino, además, en la variedad y riqueza de su difusión de la música. Lo que hacen los Proms por la divulgación de la música clásica dignifica y revaloriza el valor de esta orquesta.

Les voy a contar un secreto, de esos que son a voces, pero secreto al fin y al cabo. Los ensayos de orquesta suelen funcionar de una manera muy especial. Pongamos como ejemplo el programa de este concierto: Don Juan de Strauss, Concierto para piano en sol mayor de Maurice Ravel y la suite de 1945 de El pájaro de fuego de Igor Stravinski. Empieza el ensayo, entonces. Don Juan. Como la obra la tocan un par de centenares de veces por década la cosa fluye y el director modifica algún elemento de tendencia personal. Después viene el concierto para solista: Ravel en este caso. Aquí pueden pasar tres cosas. Primera: que el director opine que El pájaro de fuego tiene mayores dificultades, que las tiene, y deje el concierto para el final. Segundo. Que el piano no esté colocado en su sitio y deje el concierto para el final. Tercero. Que el director diga: «El pianista, que venga ya el pianista» y el asistente le diga «el pianista no ha llegado todavía, maestro. Ha cogido niebla al aterrizar». Y dejen el concierto para el final. Total que el concierto siempre se ensaya al final. Bueno, no siempre, pero cuando sucede el resultado se hace notar. Y algo así paso con la BBC SO y el pianista Javier Perianes. El Concierto de Ravel no se movió en el mimo del resto del programa. Hablamos, claro, no de la calidad sonora sino del cuidado de la articulación, del recurso tímbrico como combinación, del efecto al fin y al cabo.

Se trata, de cualquier manera, de una orquesta de primer nivel. Nada espantoso, pero por eso justamente se siente más el contraste. De cualquier manera, la segunda parte con el ballet de Stravinski, volvió la cosa a su sitio. Lugar, éste, de lo políticamente correcto, del equilibrio y la prudencia de la belleza como equilibrio intensamente emocionante el que el desapego, la desafección, el bajar a los bajos fondos, en ocasiones necesario, no tiene su sitio. Maravillosa orquesta, fantástico programa ¿qué más se puede pedir? Alicante, sin duda, lo tiene que agradecer.

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