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Jorge Fauró

El pequeño Francisco Nicolás

Me encanta este tipo. Sitúense. El clásico atontado al que aún no le ha crecido la barba y a quien le encanta escucharse a sí mismo hablando de gilipolleces e intentando convencer al personal de lo necesarias e inevitables que son las medidas de Rajoy para acabar de hundir el Estado del Bienestar; lo irrefrenable que para que España salga de la crisis representa cargarse a las clases medias de este país y a los tres pilares en los que se ha ido sustentando desde la Transición, ya saben, la educación, la sanidad y los derechos sociales. El típico tío que te jode sólo tenerlo cerca, con su jersey sobre los hombros y su media melena acompañando a Aznar en un acto de Faes. Esa mierda de individuo, tan cercano su perfil a tantos cachorros de la camada de la derechona que suben a Twitter fotografías con el brazo alzado y la bandera preconstitucional; el típico soplagaitas al que te dan ganas de voltearle la cabeza con media torta, se hacía pasar por agente del CNI, acudía a recepciones de la Casa Real y se codeaba con la clase alta del Partido Popular hasta que lo han trincado intentando vender informes falsos por 25.000 euros. La jueza que acaba de condenarlo por estafa no da crédito al engaño. «Vaya por delante que esta Instructora no acierta a comprender cómo un joven de 20 años, con su mera palabrería [?] puede acceder a las conferencias, lugares y actos a los que accedió sin alertar desde el inicio de su conducta a nadie, por muy de las Juventudes del PP que manifieste haber sido». Stop. Una vez descubierto, que el pequeño Francisco Nicolás atesore ese currículum a tan temprana edad puede resultar hasta cómico, pero no perdamos de vista dos factores interesantísimos que explican por qué los periódicos publican un día tras otro un caso de corrupción: en los círculos políticos en que se movía el cachorro nadie se preguntó de dónde había salido, de lo que se deduce que «pasa, chaval, que hay barra libre»; y dos, el joven aprendió pronto que aquí lo que cuenta es trincar. Los chavales, ya saben,... lo que ven en casa lo toman de ejemplo.

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