He hecho un gobierno competente». Con estas palabras se refería, hace ahora casi tres años, Rajoy a su flamante equipo ministerial en el acto de toma de posesión de Sáenz de Santamaría como vicepresidenta.

¿Recuerdan a ese Mariano que «vivía en el lío» rodeado de un comando, como dicen los cubanos, «nuevo de paquete», dispuesto a salvar España? Aquella cuadrilla, cuya presentación se asemejaba más a la del Equipo A que a la de un Consejo de Ministros, prometía no sólo estar cualificada, sino ser virtuosa, tenaz y dispuesta. Atrás quedaban los políticos (y, especialmente, las políticas) de la era Zapatero a quienes la oposición, y la prensa, habían tildado de iletradas, flojas o incompetentes.

Rajoy tardó -hubo un periodo en el que se lo tragó la tierra- pero, finalmente, cual Arguiñano, nos dijo haber cocinado un gabinete con fundamento. Y, en general, le creímos. Tanto fue así, que, ante las loas de medios y expertos, incluso el más reacio se vio forzado a admitir el beneficio de la duda. Lo de menos era la ideología. La situación que, según ellos, dejaba el Gobierno de inútiles anterior era de tan absoluta emergencia que había que estar ufano. ¡Por fin llegaba gente capaz dispuesta a sacarnos del pozo!

Por aquel entonces, ¡qué tiempos aquéllos!, todavía no habían estallado muchos casos de corrupción. El reto político mayúsculo al que se enfrentaba el nuevo gobierno del PP era, básicamente, el de salir de la crisis: poner en marcha la economía y frenar el paro. Pero teníamos sobre el tapete ya otras dos grandes cuestiones esenciales que solucionar: despolitizar la Justicia y reformar las Administraciones.

Presentaron cuatro «ministros estrella»: en Economía y Hacienda a Luis de Guindos y a Montoro que, como dijo algún columnista, eran «garantía de ortodoxia y seriedad»; en Justicia al, por entonces, todavía Gallardón «el progre». Para todo lo demás, Super Soraya quien, en aquellos principios nos ofreció, emocionada, «humildad y esfuerzo», apelando al «diálogo y la moderación» para superar dificultades. ¡Ay, que me entra hasta nostalgia!

Con una actuación más coral que los anteriores, completaban ese primer reparto Morénes, Fernández Díaz, García Margallo, Soria, Cañete, Wert, Bañez, Mato y Pastor. ¿Recuerdan cómo aparecían en los telediarios cual protagonistas del inminente estreno de la serie de ficción de moda: «Los 9 hombres y las 3 mujeres del Presidente»?

Entre ustedes y yo, por aquel entonces ninguno de estos personajes provocaba gran entusiasmo pero lo cierto es que, como dijo algún periodista, tampoco agredían demasiado la sensibilidad ciudadana. Eran momentos de «responsabilidad histórica para el país», en el que estos señores dijeron «ser conscientes de que de su gestión dependía el bienestar de muchos» y de que, «en su mano, estaba mejorar la calidad de vida de los españoles».

El tiempo lo cura todo, incluso la primera impresión. Hoy ya sabemos que, ni eran tan ortodoxos, ni tan serios, ni tan eficaces. Nuestra Justicia, sigue politizada, nuestra Administración, con michelines y parece que estos días volvemos a caer en otro agujero negro de la economía. A la luz de los hechos, aquel gabinete de los «súper» es hoy el de los ministros de la incompetencia o la mediocridad. La mayoría de nosotros vivimos igual o peor que lo hacíamos cuando llegaron. Me atrevo incluso a decir que, como país, tenemos algún que otro problema más que el propio Gobierno ha disparado (como muestra la crisis del ébola)

Desengáñense de una vez: lo de la buena gestión y la competencia del PP fue y es una trola mayúscula. Una historia de dudosa veracidad. Vamos, lo que vulgarmente llamamos un cuento chino, que espero que nadie se atreva a volvernos a narrar.