La manipulación es una estrategia del ser humano, y de otros animales, cuyo objetivo es predisponer al sujeto para que se comporte de manera beneficiosa para el manipulador. Numerosos autores han analizado estas artimañas a nivel macro-social, entre ellos el lingüista Noam Chomsky. Pero nosotros vamos a analizar cómo tratan de manipularnos las personas que forman parte de nuestro día a día.

En primer lugar, un modo de hacerlo, es distrayéndonos; desviando nuestra atención hacia otros asuntos. Imaginemos que alguien cercano ha tomado una decisión que supondrá un perjuicio para nosotros. Si esta persona de pronto, comienza a plantearnos otro tipo de problemáticas menos importantes y que se refieren a otra persona, nosotros nos centraremos en aquel otro asunto insignificante y pasaremos por alto, su propia agresión.

Aludir al aspecto emocional es otra técnica de manipulación, cuando el mentiroso pretende que su víctima desatienda asuntos puramente racionales. En esta ocasión exaltará asuntos que cautiven nuestro corazón, con tal de que desatendamos aquella realidad que resulta obvia.

Limitar el acceso a la información es uno de los métodos más eficaces y frecuentes para que una persona pueda ser manipulada. A lo largo de la historia, de hecho, el conocimiento ha sido considerado una fuente de poder. En las relaciones interpersonales, cuantos más aspectos nos sean ocultados, más fácilmente caeremos en las redes del manipulador.

Generar culpabilidad en la víctima resulta también extremadamente útil. Minar su autoestima de forma gradual, subrayar discretamente sus errores, deformar la realidad para que acabe pareciendo culpable de asuntos que le son ajenos, incluso de aquel maltrato del cual es víctima. Una frase que se repite en los maltratadores físicos es «Tú, con tus actos, me obligas a maltratarte». Así la víctima exculpa a su verdugo, y se culpa a sí mismo del daño padecido.

Pero quizá la más efectiva de todas las técnicas de manipulación, y por lo tanto, la más lamentable, es aquella en la que el manipulador se disfraza del salvador. Para ello, se dedica durante un tiempo considerable a conocer a su víctima. Qué es lo que le hace feliz, lo que realmente le importa, lo que desea. Con esta información, el manipulador logra de modo casi infalible que la víctima jamás se percate de que la persona que él cree que es la solución a todos sus males, en realidad, es la que los provoca.

Como en otras ocasiones, examinar nuestra propia situación e identificar este tipo de estrategias, será un buen comienzo para desenmascarar a aquellos que se aprovechan de nosotros.