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Fernando Ramón

Vergüenza nacional

El escándalo de las tarjetas opacas de Caja Madrid ha sacado los colores a decenas de cargos de esa entidad que han ido cayendo tan rápidamente como se han conocido sus desmanes al utilizar el dinero de plástico con una alegría que provoca ahora sonrojo y vergüenza nacional. Los abonos con la tarjetita de marras han ido desde la compra en el súper, hasta las copas en sala de fiesta, pasando por la tele por cable, lencería, billetes de avión, hoteles de lujo, peajes de autopista y un sinfín de pagos en servicios y establecimientos de todo tipo. Y por si fuera poco, hasta disponer en efectivo de miles de euros para disfrute propio y sin dejar rastro. Es curioso que quienes gozaron de tal privilegio creyeran que todo valía como gasto de representación. Lo importante era el gasto, lo de la representación ya se justificaría con argucias, argumentos y palabras grandilocuentes. Pero entre nosotros llama poderosamente la atención el caso de Juan Iranzo, a la sazón director general del Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca), presidente del Colegio de Economistas de Madrid, entre otros cargos, y consejero de Caja Madrid entre los años 2010 y 2012 que se gastó en ese periodo la friolera cantidad de 46.800 euros. Si no fuera lo suficientemente indignante todo el listado de compras efectuadas por el también catedrático de Economía Aplicada, lo más lacerante es, sin duda, que bajo su dirección general en Ineca, el «lobby» alicantino denunciara públicamente que la corrupción estaba lastrando la salida de la crisis en la provincia. Independientemente de las maniobras a lo largo de esta semana para dilucidar sobre el futuro de Iranzo, lo cierto es que la entidad se va a tener que emplear a fondo para subsanar semejante borrón que, por mucho que intente ocultarlo, va a marcar profundamente el futuro de Ineca.

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