El PP ha venido utilizando con fines exclusivamente electoralistas la necesidad de agua que tienen estas tierras a lo largo de más de una década; y, poco a poco, ha ido dando cada vez más pasos adelante en su torticera estrategia de buscar con ello la rentabilidad política a cualquier precio. En estos años, en los que los dirigentes del PP han ido de manifestación en manifestación, han demostrado una absoluta falta de pudor y honestidad en su comportamiento al jugar sin escrúpulo alguno con la escasez de recursos hídricos de la provincia de Alicante (en particular, de Elche y las comarcas del Vinalopó) y al manipular, siempre en beneficio propio, justas demandas y reivindicaciones de los agricultores que defendían sus cosechas y cultivos de regadío.

La prueba de este comportamiento indisimuladamente interesado y partidista, cuyo único fin era la captación del voto de mucha gente de buena fe, la vemos con claridad si analizamos cuál ha sido la evolución y cambios de planteamientos, actitudes y asunción de hechos consumados, que han tenido los dirigentes y cargos públicos del PP desde que pusieron en marcha la demagógica y engañosa campaña del «agua para todos» hasta el momento actual: todas las inversiones relacionadas con el Plan Hidrológico Nacional; la tan cacareada recuperación del proyecto del trasvase del Ebro; el aseguramiento de envíos suficientes de agua del Tajo a la Cuenca del Segura o las expectativas creadas con el trasvase Júcar-Vinalopó, se han ido una tras otra al traste, desde que Mariano Rajoy llegó a La Moncloa. Desde luego, ello con el silencio cómplice y la actitud servil del actual presidente de la Generalitat, Alberto Fabra.

En nuestra comarca, esta sensación de engaño y frustración provocada por los cambios de actitud interesados del PP la están viviendo a las claras los regantes, y también los ciudadanos de a pie, cuando hace pocos días han tenido conocimiento de la deriva que ha tomado el trasvase del Júcar-Vinalopó; un proyecto con trece años de historia y múltiples vericuetos políticos, que los dirigentes populares convirtieron en «casus belli» con el único propósito de poner al gobierno de Zapatero en una interesada y artificial posición de enfrentamiento con los agricultores.

Este proyecto se ve ahora frustrado tras anunciar el Ministerio de Agricultura que el Júcar es deficitario, que no hay caudales para enviar el volumen de agua prometido y que la toma de suministros en la zona de Cortes de Pallás, tan reclamada por el PP antes, para contentar así a los agricultores de la provincia de Alicante, está hoy en el limbo y prácticamente descartada. El panorama ha cambiado de tal forma que el Gobierno asegura que no puede garantizar el envío de 12 hectómetros cúbicos de agua potable del embalse de Alarcón para compensar, de este modo, la paralización de la toma de Cortes de Pallás. Ni siquiera garantiza que se puedan mantener las aportaciones hídricas desde el Azud de la Marquesa, la zona de Cullera.

Esta incomprensible y desoladora realidad es presentada ahora por el Partido Popular a hurtadillas a los regantes, después de un gasto público de 400 millones de euros en las obras e infraestructuras de un trasvase, reivindicado por todos, impulsado por el anterior gobierno de España y cofinanciando por la Unión Europea. Ante este cambio radical en las expectativas comprometidas el PP ha recurrido de nuevo a las declaraciones ambiguas, al no pero sí que tanto le gusta, intentando mantener el tipo con argucias dialécticas y con silencios interesados, con el fin de no verse dañado electoralmente y al tiempo para evitar tener que dar explicaciones a los ciudadanos y especialmente a los agricultores.

Para los socialistas del sur de la Comunidad, este trasvase es absolutamente incuestionable, lo defendimos a capa y espada en los años de gobierno de Zapatero y lo defendemos con el mismo énfasis ahora en la oposición. Se tiene que hacer y tiene que traer agua abundante y de calidad suficiente para los regadíos. Nos alegró la llegada en julio pasado de la primera aportación de agua del Júcar a las comarcas del Vinalopó, ya que la supervivencia de determinados cultivos estaba en peligro. No obstante, ante las recientes e inquietantes noticias respecto al futuro del trasvase, insistimos en la necesidad de que se repare inmediatamente el embalse de San Diego y que concluya la infraestructura del Júcar-Vinalopó desde la toma de Azud de la Marquesa. El Gobierno de Rajoy y el de Fabra deben considerar una prioridad la finalización de estas obras, y dar explicaciones veraces y convincentes a la sociedad ilicitana sobre porque ahora, nos dicen que el Júcar no tiene agua suficiente para trasvasar, cuando antes, cuando iban en la primera fila de todas la manifestaciones, defendían todo lo contrario. Es urgente que el PP abandone el populismo y la demagogia en el que tan cómodamente se ha desenvuelto con el agua, y ponga en marcha de inmediato una auténtica política de Estado que regule los recursos hídricos y las aportaciones entre cuencas con criterio, equilibrio, solidaridad? y sin engaños.

Pese a las piruetas de algunos y pese a que el silencio interesado de muchos, incluida la alcaldesa de Elche, Mercedes Alonso, pueda hacer parecer lo contrario, el trasvase Júcar-Vinalopó sigue siendo absolutamente esencial para el futuro de la agricultura ilicitana y, en consecuencia, los socialistas lo consideramos irrenunciable y prioritario.