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Juan José Millas

Malentendido

Complejo y Sencilla se casaron con la oposición de los padres de ambos, a quienes no parecía viable una unión de esa naturaleza, pues sus caracteres eran completamente opuestos. Ya en la noche de bodas Sencilla tuvo que descomplicar lo que a Complejo le parecía difícil a la vez que Complejo enredaba lo que a ella le resultaba nítido. Más tarde, una vez instalados en la vida cotidiana, si Sencilla proponía para comer un par de huevos fritos con patatas, Complejo ponía inconvenientes a la sartén, que nunca era la adecuada, a la intensidad del fuego, difícil de regular con la vitrocerámica, o al grado exacto de cocción de la yema que, debiendo permanecer cruda, debía sin embargo estar tan caliente como la clara. Para las propuestas gastronómicas de Complejo, en cambio, muy arduas de llevar a cabo, Sencilla encontraba siempre una traducción escueta. Un sofrito, solía decir, es un sofrito.

Con el paso del tiempo, Complejo empezó a sospechar que Sencilla era en el fondo mucho más espinosa que él. Las apariencias engañan, se dijo. Por esas mismas fechas Sencilla comenzó a descubrir que tras los laberintos mentales de Complejo se ocultaba un vacío existencial sin límites. Aquel hombre no tenía nada dentro de la cabeza. Comenzaron así las dificultades de la vida en común, que los condujo a una terapia de pareja donde descubrieron cómo eran en realidad. Comprendieron entonces que cada uno se había enamorado del otro por aquello de lo que carecía, pues ni ella era simple ni él compuesto. Su amor, como tantas otras cosas de la vida, había sido el producto de un malentendido.

En vez de separarse, que es lo habitual en estos casos, decidieron asumir sus verdaderas identidades, sin los disfraces de que las habían revestido anteriormente. De modo que Sencilla empezó a actuar como si fuera compleja y Complejo como si fuera sencillo. Entonces, misteriosamente, comenzaron a amarse con la pasión del principio, engolfándose la una en la vaciedad del otro y el otro en las complicaciones de la una. Como sucede en tantas ocasiones, habían dado la vuelta para llegar al mismo sitio. Dicho de otro modo, habían dado a sus vidas un giro de 360 grados.

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