He demostrado y demostraré que todo es presunto, ha dicho tan ufana ella la alcaldesa alicantina durante el movido pleno en el que se ha puesto en entredicho por la oposición su idoneidad para el cargo que ostenta. Castedo ya no sabe ni lo que dice, o es posible que nunca lo haya sabido. Por lo visto le hace falta leer un poco más, y hablar por teléfono un poco menos. Más literatura y menos camaradería con Ortiz.

La presunción, Sonia, no se demuestra, es un adjetivo que en derecho se utiliza para aplicar a la persona a la que se considera posible autor de un delito antes de ser juzgado. O sea tú misma, sin demostración. Eres presunta al tiempo que has sido imputada, para que lo entiendas, seguirás siendo presunta mientras no haya una condena por los hechos que se te imputan. No es nada que tengas que demostrar. Lo que si tienes que demostrar, he ahí tu calvario, es tu no culpabilidad, pues como representante política de una ciudad, al mismo tiempo que tienes el derecho a la presunción de inocencia que el ciudadano de a pie, tu condición política hace que no debas esperar únicamente a la justicia como vara de medir la bondad o no de tus actos, sino que debieras afanarte en conseguir que la mayoría de los alicantinos creyera en ti, creyera en tu inocencia, cosa que parece no ocurre, sobre todo tras escuchar, tras leer tus vergonzantes conversaciones con quien acaba siempre siendo adjudicatario de todo plan que suponga ganancia segura para el licitador que se lleve el gato al agua.

Eres presunta Sonia, según tú inocente, para muchos alicantinos culpable. He ahí la diferencia. Lo mejor que podrías hacer para ti, para tu partido, para la democracia y sobre todo para nuestra ciudad, sería dimitir de tu cargo, y volcarte en defender tu cacareada inocencia en los tribunales, a ver si así consigues no ser presunta y pasas por fin a ser inocente. Si así lo hicieras, que te vaya lindo, como dicen nuestros hermanos mejicanos, que a nosotros nos irá mejor sin tu presencia, presunta.