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Francisco Esquivel

Las perspectivas

Recién salido del horno, tengo ante mí el libro que se ha editado en reconocimiento a la trayectoria del primer rector de la Universidad de Alicante, Antonio Gil Olcina. El ejemplar es de tomo y lomo y eso que las colaboraciones se remiten al ámbito académico. Si los patrocinadores de la idea hubiesen invitado a otros ambientes a sumarse, el ejemplar resultante no habría cabido por la que en su día fue la Puerta Ferrisa.

Después de cerca de cuatro décadas siguiéndole los pasos, la conclusión es que Gil Olcina es éticamente insobornable. Admitámoslo: si todos los representantes políticos y sociales fueran como él, los periódicos nos moriríamos de asco. Por eso, junto a otros referentes, fue uno de los elegidos el domingo por este diario para diseccionar lo que nos ha caído encima y cómo esta epidemia afecta y afectará al futuro de Alicante. Su radiografía fue diáfana: «Ha habido una modificación sustancial del sistema de valores y si su cúspide la ocupa el dinero, y todo se dirige a conseguirlo, estamos tomando una senda extraordinariamente peligrosa». Una de las firmas que se asoma a ese volumen aún calentito es la de María José Bono Guardiola, doctora en Filosofía/profe de Historia, ser respetado y entrañable donde los haya para sus compas y hermana de otro de los invitados a tomar la tensión al oprobio que se padece. Ya ven. Dios los cría y también se juntan.

Cuando esos mismos apellidos, pero con Román tirando de ellos, representaban desde lo más alto a la extinta, uno pensaba: con alguien así, la Cam puede ir a cualquier lado. Y es lo que ocurrió. Hoy, en cambio, los más cercanos intentan ni mencionarle la cuestión. Ramos Carratalá y Oliver Narbona no han tenido que sufrir el crimen. La gente todavía no es consciente de lo que ha perdido. Afortunadamente hay donde agarrarse. Al menos casi todo lo demás está en el aire.

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