l epicentro de la política española ha sufrido una mutación sustancial. La irrupción de Podemos en las pasadas elecciones europeas ha hecho tambalear el escenario socio-político tanto por las causas del éxito de la formación como por los posibles efectos electorales que se presume puedan tener en las próximas convocatorias.

En estos últimos años han aparecido nuevas formaciones políticas, tales como UPyD o Ciudadanos, que han basado su discurso en la crítica al vetusto sistema establecido, el cual ha sido capitaneado prácticamente desde sus inicios por el PP y el PSOE, sin embargo, esos nuevos partidos políticos no han sabido dirigir la crítica tal y como lo han hecho los de Pablo Iglesias. En efecto, Podemos, a través de un discurso oportuno y bien dirigido, ha hecho mella no sólo en los grandes partidos, sino también en los minoritarios, que ven como su electorado empieza a mirar con simpatía hacia una organización neonata pero que aspira a ser alternativa de Gobierno. De hecho, las encuestas más recientes apuntan a que Podemos puede conseguir alcaldías, presidencias de comunidades autónomas, como la de Asturias, e, incluso, ser decisiva en otras como la Comunidad Valenciana o Madrid; esta perspectiva de éxito atrae, a su vez, a muchos ciudadanos que encuentran en Podemos la posible materialización electoral de su pesadumbre y hastío. Sin embargo, ese éxito de hoy es la arista que puede provocar la caída de la formación, puesto que no sólo de crítica al sistema, aunque la suscriba la mayoría de la población, puede vivir un partido político. Tanto es así, que hasta la fecha no se ha oído nada interesante más que las lúcidas diatribas contra lo establecido, y su casta, efectuadas por Iglesias en las tertulias de televisión.

Mientras tanto, y como decía al inicio, la fuerza centrípeta que Podemos ejerce en aquellos que sienten un profundo malestar por la situación ha alterado el espectro político, el cual arroja posibles ganadores y, como suele ocurrir en cualquier juego, y lo es el electoral, también habrán perjudicados, y muchos. El primer perjudicado es IU, buena prueba de ello es que, tras las elecciones europeas, la coalición ha girado la vista hacia el joven Alberto Garzón para que se encargue del liderazgo que el partido necesita en esta nueva etapa y que, en virtud de la cercanía generacional, pueda pactar con Iglesias y los suyos una lista única en el próximo proceso electoral, pues, de lo contrario, Podemos podría absorber la masa electoral de IU y apartarla de la representación institucional.

Otros damnificados son los partidos minoritarios como UPyD y Ciudadanos, pues a Podemos no sólo les ha votado la izquierda radical, como la llaman algunos, sino que también han participado y participan del hastío capitalizado por Podemos gente que forma o ha formado parte de la cercenada clase media; y en esa clase media se encuentra el granero de votos de las citadas formaciones minoritarias.

Por último, el partido político que podría resultar más perjudicado en las próximas elecciones por el supuesto éxito de Podemos no es otro que el Partido Socialista. Es cierto que se ha producido un cambio generacional en la dirección del partido, lo cual puede representar un revulsivo, si bien debe afrontar la situación más difícil, en términos electorales, que haya conocido en la historia reciente. La debilidad del PSOE estriba en que el electorado culpa del deterioro del sistema por partes iguales al PP y al PSOE, lo cual impide que este último pueda erigirse como la alternativa que está exigiendo esta nueva y desdibujada izquierda; de hecho, el PSOE ha perdido, en consecuencia, esa referencia histórica de la izquierda y la capacidad de aglutinar a determinadas capas sociales. Además, y quizá sea lo más dramático, la socialdemocracia no ha sabido dar una respuesta a la crisis que llevamos años padeciendo, y su discurso ha adolecido de falta de coordinación y criterio. En conclusión, el partido socialista podrá perder uno de los papeles protagonistas y pasar a ser un mero actor de reparto con pocos primeros planos.

Si alguien, en cambio, sale beneficiado de la existencia de Podemos es el PP, puesto que la pugna con esta organización le va a granjear un gran número de votos desde el centro político, el cual no piensa votar a Podemos y que ve al PP como única alternativa moderada al populismo de Podemos.

Sin embargo, la historia todavía no está escrita y en política los cambios se suceden con una velocidad vertiginosa.