La retirada del anteproyecto de Gallardón y la del propio ministro del ruedo político ha sido recibida con regocijo por el sector favorable al aborto libre al grito de «ganamos todos». Sin embargo, la tradición humanista de Occidente se ha esforzado siempre en defender la vida humana, especialmente cuando se encuentra más débil e indefensa, incluyendo expresamente la vida del no nacido, como fue proclamado por la izquierda en el lejano siglo XIX. El aborto procurado nunca ha formado parte de la historia de la democracia ni de las libertades.

En realidad, el anteproyecto que lleva el nombre de Gallardón debe su existencia a Zapatero: la ley de 2010 provocó una gran reacción social: convocamos grandes manifestaciones, se habló de ello en la calle, en la radio, en la televisión, se trató en asunto en la prensa escrita, etcétera. En definitiva, se hizo visible ante la opinión pública que una parte muy importante de la sociedad española estaba a favor de la vida. Y eso fue lo que llevó al PP a incluir en su programa electoral la modificación de la Ley del Aborto. El que ahora haya sido retirado no invalida el hecho, la importancia de la manifestación pública a favor de la vida.

Lo cual sirve para darnos cuenta de la trascendencia histórica de las cosas que hacemos, porque todos los que nos movimos en la sociedad española para defender la vida en los años 2009 y 2010 éramos gente irrelevante. Pero muchos. Y muchos irrelevantes son una fuerza histórica y pueden provocar que pasen cosas como ésta. De ahí la importancia de que nos tomemos todos en serio la defensa de la vida.

¿Por qué se da este debate sobre el anteproyecto de ley del concebido en España, y no en Francia o en Italia o en Alemania, que legalizaron el aborto antes que nosotros? Porque en esos países, poco a poco, se fueron acostumbrando, dejó de hablarse de ello. Pero en España, desde que se aprobó la ley del aborto en 1985, hubo mucha gente que no se acostumbró. En España ha seguido siendo siempre un tema conflictivo, en el que los políticos han sentido la presión de la calle para opinar en las campañas electorales. Se ha mantenido vivo el debate, y lo hemos mantenido la gente defensora de la vida. Porque hemos seguido hablando de la defensa de la vida, porque hemos articulado instituciones para ayudar a la mujer embarazada -como Red Madre-, porque no nos hemos acostumbrado al aborto ni lo hemos banalizado. Cuando una parte relevante de la sociedad no banaliza el mal y no se acostumbra a él está en condiciones de superarlo, y en España, muchos españoles, durante muchos años, gente anónima que nunca saldrá en los libros de historia, ha ido dando esta batalla.

Estas cosas se pueden hacer. Los éxitos no suelen ser inmediatos, pero se pueden hacer. Y ahora que este anteproyecto de ley ha sido retirado seguiremos dando pasos para defender la vida: -el primero es el compromiso personal con la vida: el primer sitio donde debe hacerse visible el amor a la vida es en mi vida, en mi actitud ante el embarazo de mi mujer, de mi hija; en si le tengo miedo a la vida o no; -en segundo lugar, la defensa de la vida es hablar bien de la vida, del compromiso, y de la mujer, y del embarazo. Y de la discapacidad; no porque sea deseable, sino porque, cuando existe, es digna, porque el discapacitado es digno. Y no podemos tenerle miedo a eso. Tenemos que hablar bien de las cosas buenas. En la cafetería, en la cola de la compra, en el periódico, en la radio,€ donde podamos. Vale la pena arrimar el hombro e impulsar iniciativas que contribuyan a que la sociedad actual comprenda la trascendencia que tiene la defensa de la vida humana y la protección del no nacido; -y, en tercer lugar, solidaridad con la mujer. Hay mujeres que lo pasan muy mal. Hay situaciones profundamente injustas en nuestra sociedad. Y una ley del aborto muy laxa genera estructuras de violencia alrededor de la mujer para que aborte: como la ley lo permite, es la manera fácil de quitarse de encima los problemas, y€ ¡allá ella! Y por eso, con una ley del aborto, o con otra, o sin ninguna, siempre habrá que estar al lado de la mujer embarazada para ayudarlas a que no sea tan oneroso seguir adelante con su embarazo.

Una buena ley en materia de aborto es aquella que protege siempre, y sin ninguna excepción, al niño no nacido, y que protege siempre, y sin ninguna excepción, a la mujer embarazada, para que ninguna esté sola. Una ley que desprotege a uno o a otra es una ley injusta, y una ley que no protege ni a uno ni a otra, como hace la ley de España de 2010, es más injusta todavía.