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Futuro económico incierto para una Cataluña independiente

No soy politólogo y por lo tanto desconozco las verdaderas y complejas intenciones del señor Mas para perseguir con ese ahínco la secesión de Cataluña del resto del Estado español. De lo que sí entiendo algo es de economía y estoy convencido de que la separación de Cataluña de España, reportaría graves consecuencias económicas para el «nuevo país».

La preocupación del presidente de la Generalidad, Artur Mas (CiU), por el rechazo o la falta de entusiasmo del empresariado catalán ante el desafío secesionista que ha planteado en las últimas semanas es más que evidente.

Las empresas son, junto a la propaganda dirigida a los medios e instituciones internacionales, la parte fundamental de su estrategia. El Gobierno autonómico ha intensificado sus visitas a todo tipo de empresas, y la mayor parte de las intervenciones públicas de Mas incluyen mensajes dirigidos a los empresarios.

El señor Mas es consciente de que su ruptura por España, provocaría una desbandada de empresas fuera de Cataluña, lo que significaría que la economía catalana se desplomaría. Menos inversión, más desempleo y en general menos riqueza y una bajada importante del PIB interior catalán.

Los medios públicos también aportan su granito de arena al proyecto «rupturista» de Mas, tergiversando la realidad hasta límites inauditos. Hace poco la televisión autonómica emitía una crónica asegurando que «un 53% de los empresarios de la CECOT (la patronal catalana), están a favor de que Cataluña sea un nuevo Estado de Europa», sin embargo, lo cierto es que solo 798 de los 7.053 afiliados al sindicato contestaron la encuesta. De ellos, 423 se posicionaron a favor de la independencia, lo que supone el 53% de los que participaron en el sondeo, solo el 6% de los empresarios de la CECOT.

Cataluña y el señor Mas, se autoengañan y no se porqué. Como ejemplo las declaraciones del presidente de Volkswagen-Audi España, Ludger Fretzen. «Si Cataluña continúa por la vía de declararse independiente, trasladaríamos nuestra sede a Madrid», indicó antes de reconocer que ya ha tenido reuniones con su equipo de recursos humanos para analizar la operación.

Los bancos catalanes, Sabadell y La Caixa, tienen preparados un «plan B» en caso de una hipotética secesión de Cataluña. En un informe del banco de inversión suizo UBS, ambas entidades cambiarían la sede social y la llevarían fuera de Cataluña para asegurar los intereses de accionistas y clientes. De esta forma, los impuestos se recaudarían en la nueva ubicación.

UBS (Unión de Bancos Suizos), ha confeccionado un informe fechado el 12 de septiembre, un día después de la «V» independentista, en el que se afirma que «los bancos han tomado ya las medidas para cambiar de sede, si es necesario, para minimizar el potencial impacto en su acceso a las potenciales fuentes de financiación». Y es que, si Cataluña se quedase fuera de la UE y del euro, los bancos con sede en Cataluña no podrían pedir prestado dinero al Banco Central Europeo, la principal fuente de crédito de las entidades.

Desde el punto de vista puramente económico Cataluña no puede ni debe separarse de España, pero, en caso de que finalmente se produjese, el escenario económico resultante sería «sombrío» y «desastroso».

Se debería frenar este movimiento que lleva a una situación absurda en la que se manda a corresponsales extranjeros notas de prensa en catalán o soflamas sobre la independencia en inglés, en las que se les invita a ir a Cataluña para hablar con los líderes proindependencia para dejarse convencer de algo que es para todos los economistas y también politólogos una auténtica locura, y que no corresponde ni a una lógica histórica (Cataluña jamás ha sido independiente y menos aún una nación) ni a una necesidad del pueblo catalán que no vive bajo ningún tipo de presión. En Alemania, como en el resto del mundo civilizado, pagan más impuestos al Estado los Estados o länder más ricos como Bayern y Baden-Württenberg, porque tienen la suerte de tener en su territorio las mejores empresas del país.

Creo que nos encontramos ante «una ceguera suicida». No solamente una Cataluña separada tendría que abandonar la Unión Europea, es que todas la empresas y bancos con sede social en Cataluña tendrían que abandonar España, donde realizan los dos tercios de su negocio, lo que, unido a la desbandada de las multinacionales de alimentación y farmacia en la región ya que sus principales clientes están en el resto de España, hundiría el PIB per cápita a poco más de la mitad en el mejor de los casos. Y algo que preocupa extraordinariamente en los mercados de capitales. Cataluña tendría que hacerse cargo de su cuota proporcional (como ha sucedido en todos los procesos de escisión) de la deuda española, que es del 20%. Como la deuda total de España (pasivos en circulación) es de 1,36 billones de euros, no sólo la computable, Cataluña debería abonar 272.000 millones de euros, a lo que se añaden los 50.000 que adeuda en forma directa; un total de 322.000 millones de euros, lo que es imposible de asumir por Cataluña y que la conduciría a la suspensión de pagos al día siguiente de declarar la independencia.

Suspenso general para los asesores económicos del señor Mas.

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