El anuncio de Pablo Iglesias de no concurrir con sus siglas a las elecciones municipales deja a muchos de sus seguidores sin opciones a las que agarrarse, aunque no descarte unirse a otras candidaturas pero no con la marca Podemos. Los comicios para elegir a representantes en más de 8.000 municipios de toda España era una apuesta arriesgada que ponía en peligro el futuro de su formación, habida cuenta que sus candidaturas podían dar cobijo a un heterogéneo conjunto de ambiciosos aspirantes, nunca lo suficientemente controlados, que rompieran los principios fundamentales de Podemos y dieran al traste con una organización a la que precisamente lo que falta es asentarse, cohesionarse y dotarse de estructura. Por eso dentro de su proceso, Pablo Iglesias y sus correligionarios creen necesario ir paso a paso, sin prisas, pero sin pausas, sin caer en ambiciones desmedidas que arruinen a las primeras de cambio un proceso para lograr una regeneración democrática a las primeras de cambio, aunque se vean obligados a quedarse fuera de la esencia de la participación como son los ayuntamientos.