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Luis Prats

El pelotazo de Blas

Era la época de los pelotazos. De los de Ortiz y todos los que le bailaban el agua. Rabasa fue el nexo de unión único en que socialistas y populares se pusieron de acuerdo en aquel pleno histórico donde además se subieron los sueldos sus señorías un cuarenta por ciento. El catalizador, cómo no, era Ortiz. Los socialistas cavaron su tumba electoral y desde entonces intentan resucitar, pero parece que no hay padre Karras que exorcice el mal que llevan dentro. Demiurgo de medio pelo, anida en Pintor Gisbert sin que nadie altere su existencia, actuando siempre sin hacer honor a su apellido, siempre opta por la doblez antes que por la franqueza.

De aquellos polvos vienen estos lodos, los electorales y los que circulan desde ayer en los medios de comunicación. Ya no es solamente Castedo la que está en la picota de la crítica, a veces exacerbada y sin sentido que le dedica Echávarri, el último invento de Ángel Franco para liderar al socialismo alicantino, que tiene todas las papeletas para quedarse a mirar cómo otro ocupa el sillón de primer edil de la casa consistorial. Vuelve a tomar protagonismo el otrora colaborador de Ángel Franco, hombre de confianza, portavoz municipal y otro amigo más en la nómina de Ortiz, nuestro ínclito Blas Bernal.

Muchos sospechábamos que la cosa iba más allá de una sencilla amistad entre socialista y empresario. Eran demasiadas coincidencias. El tufillo que desprendían sus actuaciones como sus declaraciones no era nada agradable. La cosa olía mal. Una vez fuera del ruedo de la política activa, casualidades de la vida, Blas encuentra trabajo de inmediato. Ortiz lo recoge en su seno, lo sienta a su diestra y lo nombra director de Relaciones Institucionales del Hércules, con jugosa remuneración mensual. Cargo ad hoc para un buen amigo, para un hombre que no defraudó al señor de los ladrillos en sus decisiones políticas, sobre todo en aquellas que tenían que ver con Rabasa y el pelotazo que se vislumbraba por aquel alegre y despreocupado 2005.

Todos los que vimos con tristeza ese trasvase directo de la política a buscar cobijo bajo el manto de Ortiz y sus empresas de Blas Bernal, incluso tuvimos que soportar demandas contra el honor que quedaron en aguas de borrajas. La evidencia del cargo, como tantos con hechura de sinecura, tan bien remunerado y de tan poco fuste o responsabilidades, se ha visto ahora, con las investigaciones de la UDEF, coño con la UDEF que diría el nada honorable Jordi Pujol, que iba acompañado de un velero. Como si fuera una tómbola benéfica, Ortiz no deja de premiar a sus colaboradores, primero con opciones y después con realidades. Colmado el vaso de sus aspiraciones, con un barco a su disposición, emulando a esos ricos y poderosos que en su partido criticaba con la boca pequeña, Blas se sentía feliz. Barco y un trabajo cómodo, todo por un pleno, todo por un pelotazo, todo por adorar al becerro de oro, todo por echar una manita al amigo Ortiz. Pelotazo de Blas. Por ahora esto es lo que sabemos, pero la historia continúa.

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