Tengo que reconocerlo, he caído en la tentación de hablar de la casta y del populismo. Las interpelaciones a los que sentimos pasión por la política han sido tantas que uno ya se da por aludido y no sabe si se encuentra dentro de una de ellas.

Castas hay muchas. En la India el sistema centenario casi sigue vigente, aunque no legalmente si en la práctica. A los «parias» se les sigue negando derechos que son propios del ser humano y son excluidos de la sociedad a todos los efectos. Los «brahamanes» siguen teniendo ese poder centenario. Por cierto, con la casta de los «parias», de los intocables, estuvo toda su vida en la India Vicente Ferrer, venía a España para hablarnos de ellos a los que le queríamos escuchar, empeñado en recuperar la dignidad de los parias de la tierra. Nadie hablaba entonces de castas en España.

También en América Latina hubo y hay castas, vienen del sistema colonial. Los criollos dominaban el sistema colonial, política y económicamente, sobre el resto de castas que venían del mestizaje: mestizo, castizo, zambo o mulato? En el siglo XIX vino la revolución con Simón Bolívar, con el proyecto de «la gran Colombia», fraguó la independencia de España. República y Constitución, con el Manifiesto de Cartagena quiso cambiar el sistema de castas por el de clases sociales, que es el que se imponía en la vieja Europa.

Luego vino el siglo XX, el de las dictaduras militares, y en Latinoamérica, las nuevas castas fueron las militares. Dominaron América entera, las dictaduras de derechas terribles de los setenta dan buena cuenta de ello, en el Salvador, Santo Domingo, Nicaragua, Chile y o Argentina con infames dictadores de ingrato recuerdo que no me apetece recordar aquí. Pero igual que hubieron sangrientas dictaduras, también regímenes populistas, de izquierdas y de derechas, que el populismo tiene las dos vertientes, anoten esto bien: recuérdese sino el régimen de Perón en Argentina. Lo de ahora es populismo o neopopulismo, una nueva oleada que vino en los noventa de la mano de Hugo Chávez (ese al que algunos han asesorado), de Morales en Bolivia, o de Correa en Ecuador.

Algunos de los que hoy hablan de la casta en televisión, la han podido ver de cerca in situ en América: la casta de los adeptos del régimen, y el populismo que triunfa sobre la base de la desigualdad real y la brecha social. En España quedan afortunadamente clases medias, cada vez más empobrecidas eso sí, que sostienen y hacen de paganos del sistema. Pero la brecha se ha abierto. Y es fácil hacer un discurso demagógico con propuestas quiméricas sobre la base de la desesperanza de muchos, y más si se tiene tribuna fija en cadenas de televisión (hasta de eso se han copiado), y atacar sin piedad a los partidos tradicionales, con especial virulencia a los que siempre han defendido a la clase trabajadora.

De toda esta película, fraguada en el laboratorio de ideas de la Complutense, hablo en estos términos porque me dicen que uno de ellos le gusta explicar la ciencia política con filmes, participan algunos politólogos aventurados. Personalmente, no sé todavía a qué casta pertenezco (espero que algún día me la señalen): conozco a muchas, eso sí, la de los universitarios, las de los jubilados o la de los parados. Lo explicaba brillantemente Diego López Garrido: «Frente a la tradicional división izquierda y derecha, hay quienes ahora practican la de gente de arriba y gente normal». Puede que de momento les funcione, yo auguro un éxito efímero, porque algunos les vemos venir de lejos, y porque la gente empezará a preguntarse del qué hay de lo mío. Y es que ya lo decía el refrán: «De casta le viene al galgo».