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Javier Mondéjar.

El juego del Monopoly

Tengo una amiga que se empeña en que los mitos ayudan a vivir, y de ellos señala dos que le son útiles: el de los Reyes Magos y el de que el tamaño sí importa. En su teoría, que no sé si es suya, apunta a que ni los rituales de cabalgata, zapatos y anís para los camellos aumentan la calidad de los juguetes, ni el tamaño la calidad de su pareja a la hora de interactuar, pero que aporta algo y si hay que derribar mitos podían empezar por otro lado.

No estoy nada convencido de su teoría, pero igual me pasa con la de los economistas que también consideran el tamaño una cualidad imprescindible de la empresa. Ese mantra del tamaño nos ha llevado a los monopolios, que primero -como consumidores- nos resultaban simpáticos y ahora, a poco que rasquemos, no los aguantamos. Estoy viendo de un tirón las cuatro temporadas de una curiosa serie: «A dos metros bajo tierra» que narra las desventuras de los propietarios de una pequeña funeraria artesanal e independiente, en lucha contra los monopolios funerarios industriales. Con esas premisas no estoy ayudando a que se lancen a descargar la serie, pero igual debió pasar cuando los creadores se lo propusieron a HBO: «Oiga, que tengo una serie de unos funerarios que€» y los directivos se mirarían con cara de éstos-están-como-una-cabra, pero la serie se deja ver.

Bueno, que me voy por los cerros de Úbeda, defiende la familia funeraria que ellos aportan al cliente servicios personalizados y una comprensión humana en velatorios y embalsamamientos, tal que la tienda del barrio en oposición a la gran superficie, pero claro, no pueden competir ni en precio, ni en instalaciones, ni en marketing. Al principio de llegar las grandes superficies me acuerdo que los precios estaban tirados, los productos eran buenísimos, con los horarios no había pegas y con los cambios tampoco, con lo cual poco a poco nos acostumbramos a pasar de la tienda de ultramarinos y a llenar los carritos. Pasó igual con las tiendas de deporte, de tal forma que ahora quieres comprar algo que se salga del estándar de esa marca francesa -ketchup o no sé qué- y en Alicante estás frito, porque han desertizado el sector.

Pero si esa monopolización me parece mala como consumidor, siempre tengo la posibilidad de comprar por internet a pequeños distribuidores, con lo que de alguna manera tengo alternativa, con quien no tengo opción es con los distribuidores de servicios básicos: electricidad, teléfono, agua y financiación. Ahí ya sí que me encuentro un «cártel monopolista» de los de aúpa, que encima no se da en Europa con la misma virulencia y en España no hay tu tía: no hay forma de tener agua, teléfono, luz o créditos si no es pasando por el aro.

En tiempos gloriosos aquí había muchos bancos, muchas cajas de ahorro y algunas cooperativas de crédito. El gobierno -éste, y el anterior y el anterior del anterior- dijo que había que fusionar entidades, que, como a mi amiga, el tamaño sí importaba. Obviamente, los grandes banqueros de este país habían diseñado hace mucho tiempo la estrategia para comerse al sector y primero absorbieron los pequeños bancos en los ochenta y noventa y luego demonizaron las cajas de ahorro, que sus pecados habían cometido, pero nada que no tuviera arreglo haciendo chasquear el látigo. Conclusión: en España hay sólo tres grupos bancarios y encima ni siquiera son españoles de verdad, porque sus intereses empresariales están fuera de España en porcentajes elevadísimos. Y esto son lentejas, o las comes o las dejas.

Como a mí el tamaño me preocupa relativamente, creo que una parte de la solución está en la pequeña empresa, esa que se ha lanzado a los mundos globales y vende desde un pequeño pueblo del Pirineo artículos de montaña a todo el mundo, por poner un ejemplo. O ese proyecto de cooperativa de crédito, Denaria, que tiene la intención si sale -que ojalá- de dotar a los pequeños comerciantes y empresarios de una fuente de financiación cuyo dinero se quede aquí y no se vaya a Singapur o a patrocinar Ferrari en Fórmula 1. Pensemos en pequeño y creemos a lo grande, o algo así.

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