Dice el dicho que cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana. Hoy lo que cae desde las ventanas no es precisamente amor. Y a juzgar por los hechos, la pobreza tampoco había entrado en el piso de la calle Aguado de Gijón desde el cual una pareja arrojó 3.000 euros mientras discutían. una pareja arrojó 3.000 euros mientras discutíanSi bien el hecho tiene miga, lo que más sorprende es que fue una vecina la que llamó a la policía asustada porque "llovía" dinero en su balcón. Billetes de 50, 100 y 200 euros eran el motivo de su preocupación. No quiero ni pensar el monumental susto que se habría llevado esta buena mujer si su domicilio estuviera ubicado en la calle Cid de Alcoy. Y es que allí lo que cae desde los balcones no son inofensivos papelitos timbrados sino bombonas de butano. Ocurrió el miércoles, cuando un hombre, en plena discusión con su mujer, envió el pesado y anaranjado elemento tres pisos más abajo. En esta ocasión, un coche aparcado en la calle recibió el no tan agradable impacto y evitó al mismo tiempo una posible explosión y males mucho mayores.

Cómo buscar una explicación a tan delirantes hechos parece difícil, quizá lo más recurrente sea echarle la culpa al asfixiante calor que nos acompaña estos días, que además de alterar los ánimos hace abrir las ventanas cada noche. Si estas discusiones hubieran tenido lugar en pleno enero, los coches y los vecinos de media España podrían dormir mucho más tranquilos.