No era uno de los míos. Estaba en las antípodas con respecto a mí manera de pensar y a la de muchos más. Distinto en casi todo. Nunca, desde su nacimiento, fue uno de los nuestros. Ni por su filosofía de vida, ni por su carácter puramente empresarial, ni por su apuesta por los deportes de élite o por aquellos a los que pocos, contados, tienen acceso, ni por su ingente patrimonio, ni por su desapego por las cuestiones laborales.
Creador de riqueza, hay que reconocer que Botín lo hizo en todas direcciones. La creó para sí, para los suyos, para su país y de rebote al crear los necesarios puestos de trabajo, para los ciudadanos de a pie a los que dio empleo en su banco, en sus bancos, repartidos por medio planeta. Uno de los suyos se ha ido, se fue con las botas puestas. Hasta el último suspiro de su vida mandando en sus empresas, haciéndose ver. Dejándose ver en el último gran premio de automovilismo en el que participaba publicitariamente junto a Alonso, ejerciendo el protectorado. Creía en sus raíces, no abandono nunca su patria chica, Cantabria, Santander, ni en el patronímico de su banco, ni con su asidua presencia. Creía y apostaba por España. Se llevó bien, y apoyó a Zapatero, y lo mismo venía haciendo con Rajoy. Para el negocio no entendía de banderías, de colores políticos. Cómo diría un castizo catalán, la pela es la pela.
Su legado y su prestigioso puesto han pasado a manos de una mujer, Ana Patricia. Su hija, a la que ha estado formando para sucederle desde hace bastantes años.
Presidenta del Banesto tras pasar un lustro en el JP Morgan, directora de la marca en el Reino Unido del banco cántabro, y vocal del consejo de administración de la Coca-Cola. Su experiencia laboral y su currículum en estudios la han catapultado a la presidencia del Santander por herencia y méritos.
Uno de los suyos les ha dejado, descanse en paz Emilio Botín, con la esperanza de que su hija anote en su agenda diaria una preocupación primordial para la mejor optimización de todos sus recursos: la atención al empleado, al trabajador, que con su labor callada procura que la empresa una y otra vez aparezca en el apartados de los beneficios. Bueno para ellos, bueno para todos.
