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Toni Cabot

Welcome to 2ª B

La Segunda B, ese fútbol de la España profunda, apareció con toda crudeza en Xàtiva, feudo de Alfonso Rus, peculiar hombre orquesta de la política valenciana con cuerda y rostro para presidir el Olímpic, la Diputación y el municipio setabense. El cuadro presenciado el domingo en La Murta por aquellos incondicionales herculanos que hace cuatro años se las prometían felices en el Camp Nou sirvió de puente para trasladarlos de golpe a la realidad de una categoría cuyos escenarios suelen ir en consonancia con el fútbol que se practica.

Lejos del espectáculo que pudiera ofrecer la pelota y los que corren tras ella, la verdadera atracción del tercer encuentro de esta Liga que le caído en desgracia al Hércules llegó al finalizar la primera parte del partido, concretamente durante los quince minutos destinados al descanso, mientras los futbolistas tomaban aire para volver a saltar al terreno de juego. Ante el asombro de los que no suelen frecuentar ni Xátiva ni La Murta, entraron en escena un par de artistas, adjuntos a la directiva del club 'socarrat', provistos de micrófono, mesa de camping-playa y bombo para poner en marcha una acelerada partida de bingo que la tribuna siguió con atención, cotejando los números de los cartones comprados a la entrada con el reclamo de un jamón como premio.

La miga llegó acto seguido, en una escena digna del «Virgo de Vicenteta» para caldear a una grada acostumbrada al teatro de lo absurdo. El canto de los números que el bombo escupía se prestó a la rima fácil del portavoz en cuestión, animado por el 'secretari', un tipo con la sonrisa pintada en el rostro, encantado con el orador que tenía al lado y con la misión de colocar las bolas que soltaba el bombo en un tablero: «El nou: rasca'm un ou»; «el trenta: si no pots cagar, rebenta»... El ritmo frenético inculcado al relato numérico-poético incluyó otras habilidades del 'Góngora de La Costera', crecido ante tanta cara nueva: «Si el Olimpic llega a los 800 socios, el secretari y yo cantaremos nuets (desnudos) los números del próximo bingo. Advierto que en mi caso encontrarán algo normal; en cambio, el secretari tendrá que salir cinco minutos antes para mostrarlo todo». A todo eso, Alfonso Rus no daba abasto.

Sentado en el palco, el presidente de todo lo que se puede presidir por esas tierras repasaba con atención los números de sus cuatro cartones, prueba inequívoca de la ambición que despierta también en el político el olor a 'pernil'. No hubo suerte. El bingo lo cantaron por el córner. Con el rabillo del ojo en los cartones de Rus y la oreja en el orador, Parodi siguió el proceso. Alguien debería advertirle, por si las moscas, que el modelo no se debe copiar. Aunque a Ortiz le haga gracia.

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