Qué mal volver a abrir esta ventana así! Ha sido un verano triste, con un mes de agosto terrible en el que el terrorismo machista ha estado omnipresente. Septiembre no ha empezado mejor. Antes de sentarme a escribir estas líneas se difundía la noticia de otra mujer asesinada a tiros por su pareja en Granada. Y ya van este año?¿cuántas? Pues, sin contar esta última (quién sabe si habrá más cuando esto se publique), según figura en el portal estadístico del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, son 40 sólo en 2014. Según otros datos contabilizados por diferentes organizaciones el número supera las 50. Con los atentados de ETA no se producía esta disparidad de cifras ni demora alguna en su reconocimiento y llamado a la repulsa institucional y social pero cuando se trata de violencia de género hay una resistencia terrible a reconocerla como tal, de manera que entre un asesinato machista y su confirmación oficial median a veces varios días (cuando no meses). Se observa casi la misma resistencia que muestran las instituciones y la sociedad, en general, a dar credibilidad a los testimonios de las mujeres violentadas.
En este sentido, la palma se la ha llevado el Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig, que en el pleno del pasado 29 de julio decidió unánimemente convocar un minuto de silencio en las puertas del Consistorio como repulsa por los asesinatos machistas. Ninguna de las 8 mujeres asesinadas desde entonces ha merecido dicha convocatoria y ante la pregunta de una edil de EU ¿saben cuál ha sido la respuesta (fechada el 4 de septiembre) del equipo de gobierno? Literalmente ésta: «Para el cumplimiento del acuerdo plenario, esta Concejalía está trabajando para conseguir información oficial de los casos de violencia. Añadiendo además que sus datos no coinciden con los datos oficiales, e incluso sabiendo que algunos están en proceso de investigación, le traslado que en el momento que podamos tener la información contrastada le comunicaremos el procedimiento de actuación de este Ayuntamiento en los casos confirmados y reconocidos de violencia de género». Es, simplemente, repugnante.
Según el dicho «el que calla otorga», el silencio ante la violencia machista se puede interpretar como una complicidad con la misma. Pero actuaciones como ésta, que ni siquiera requieren inversión alguna, limitándose a lo puramente simbólico, van mucho más allá del silencio cómplice. Ya ni en disimular se molestan. A las mujeres nos están matando y, a juzgar por las actuaciones de quienes nos gobiernan, debe parecerles bien. Si no es así, no se explica que la sangría anual que provoca la violencia machista no constituya razón más que suficiente para que este Gobierno sitúe su erradicación como prioritaria.
