Quien utiliza los eufemismos en política lo hace generalmente para desorientar y evitar la verdadera realidad de las cosas, convirtiéndose sus declaraciones en engañifas.

La nueva propuesta de reforma electoral que plantean los dirigentes del PP es eso, una engañifa, vestida de los eufemismos como «regeneración democrática» y «elección directa de alcaldes». Manipulación del lenguaje con el único propósito de esconder amablemente una realidad nada clara y generalmente contraria a los intereses de la ciudadanía como políticamente lo más correcto.

Hemos tenido que escuchar «reforma o sostenibilidad» lo que es un recorte de un servicio al ciudadano, «movilidad exterior» lo que es emigrar de toda la vida, etc. Y ahora regeneración democrática y elección directa de alcaldes lo que es querer mantener el poder en las grandes ciudades por parte del partido que ostenta el Gobierno a modo de estrategia para permanecer en el poder del gobierno del Estado.

Afirmar como hacen los dirigentes del PP de que lo más democrático es elegir a alcaldes a los de su partido o por defecto a los del PSOE con un sistema bipartidista ad-hoc es falso de toda falsedad. En un partido de fútbol no es más deportivo que un equipo juegue con doce jugadores más los dos árbitros y su rival con nueve. Pues el PP quiere hacernos creer con nuestra democracia que sí, que es más democrático jugar con ventaja.

El colmo del eufemismo es llamar «elección directa» lo que no es. Los ciudadanos no elegirán directamente al alcalde por sufragio, hasta ahora nadie del PP lo ha propuesto. Todo lo contrario la última propuesta aparecida en los medios es elegir como siempre listas cerradas y partidistas. La novedad es que si un partido consigue el 40% de los votos y el segundo partido a más de cinco puntos entonces la lista más votada tiene un plus de concejales hasta conseguir la mayoría absoluta del pleno. Por lo que la cabeza de lista será alcalde.

Según el PP se pretende evitar los pactos postelectorales para elegir alcalde aunque hayan conseguido el resto de partidos el 60% de los votos ciudadanos. Resumiendo, en adelante la mayoría de los ayuntamientos gozarían de un solo partido con mayoría absoluta.

Pues y a mí que me parece que muchos ciudadanos se quejan de las mayorías absolutas. Pues de ese caldo toma dos tazas. Cuánto mal ha hecho las matemáticas de la EGB y el antiguo Bachillerato. Ahora resulta que un 40% tiene más valor que un 60%. (Licencia cómica, no es para menos)

En conclusión es falso de toda falsedad la utilización de la frase elección directa de alcalde atribuible a una reforma que además subvierte la representatividad de la ciudadanía (un ciudadano un voto) algo que es menos democrático y no más como afirma el PP.

En cuanto a la regeneración democrática, tiene más guasa la cosa, ahora resulta que propiciar mayorías absolutas en los gobiernos municipales propicia que haya menos corrupción política y más transparencia. Desconozco de dónde sacan sus estudios de ciencias políticas, porque hasta ahora las mayorías absolutas y el bipartidismo estructural de nuestro sistema lo único que ha propiciado es una organización del Estado en todos sus ámbitos, estatal, autonómico y municipal poco transparente y con claros ejemplos de corrupción política y financiera estructural.

Desde que se aprobó la Ley de Bases de Régimen Local en 1985 se han preocupado nuestro dirigentes políticos en establecer medidas para dar estabilidad y competencias a los gobiernos municipales pero no se ha regulado y garantizado la labor de fiscalización y control de los concejales que ejercen la oposición. Una balanza desequilibrada y que a la larga se ha mostrado perjudicial convirtiendo las mayorías absolutas en respaldo a personajes con una clara vocación autoritaria y caciquil a modo de finales de s. XIX y principios del s. XX.

Por poner varios ejemplos de ello: no es razonable que en pleno siglo XXI los concejales de la oposición sólo dispongan de cuarenta y ocho horas para ver un expediente que va a un pleno, y si los declaran de urgencia, ya es el colmo, te lo ponen a la vista en el mismo momento. También existen tremendas dificultades de acceso libre a la información municipal y a los expedientes que gestiona un Gobierno, o la falta de regulación de la parte de control y fiscalización al gobierno en los plenos.

Y todo ello por no hablar de la falta de participación de los ciudadanos en la vida pública relegándolos a meros espectadores de sus derechos y unas leyes de transparencia poco transparentes.

Además hay que añadir que una vez elegido al alcalde con este sistema hace inviable la alternativa política lo que significa otorgarle un cheque en blanco durante cuatro años.

Si quieren regeneración democrática y hacer más difícil la aparición de la corrupción en las instituciones municipales, lo que se debe es reforzar los contrapesos en democracia y ello exige que haya gobiernos que gobiernen y una oposición que pueda ejercer con eficacia su tarea y hacer posible su alternativa.

También se hace necesario cambiar nuestra cultura política que penaliza o percibe como inviable los gobiernos de coalición, que aunque no están exentos de tensión y de cierta inestabilidad, tienen también beneficios: dificulta que se instituya el caciquismo y el autoritarismo y por otro lado, la necesidad de pactar y consensuar acuerdos obtiene un plus de representatividad social y legitimidad.

La reformas de la ley sobre seguridad ciudadana, la presión y las identificaciones sin justificación en manifestaciones y protestas pacíficas y autorizadas, la reforma de la justicia, los sucesivos recortes de derechos sociales y económicos de la población, la futura ley del aborto que criminaliza a las mujeres, etc. Y ahora esta pretendida reforma electoral a modo de pucherazo unos meses antes de las elecciones municipales confirma claramente una deriva autoritaria del partido del Gobierno y que sólo cabe responder de forma conjunta y firme toda la oposición como si de un nuevo régimen autoritario se hubiese instalado en este país.

Empezando por plantear al PP de forma clara que la ruptura unilateral de las reglas de juego rompen definitivamente todos los consensos en esta materia y que cuando pierdan el Gobierno cambiarán todas las reglas de juego, incluso aquellas que se fraguaron en la transición y que ha beneficiado claramente a su partido. Un cambio de reglas de juego que afectarían a municipios, a las Cortes Generales y a las asambleas de las comunidades autónomas. El objetivo es rescatar la democracia y convertir nuestro sistema en auténticamente representativo y participativo. Un ciudadano, un voto, igual, libre y secreto.