El problema no es que lo digan. Lo malo es que para que salgan las palabras por su boca antes lo tienen que haber elaborado en su cerebro. La incontinencia verbal parece que afecta en exceso a los políticos de éste país, aunque sin duda se lleva la palma el alcalde popular de Valladolid, León de la Riva. A su colección de perlas acaba de añadir la última. Con la preocupación social que hay y la alarma generada por la puesta en libertad de peligrosos violadores tras la derogación en Bruselas de la doctrina Parot, no se le ocurre otra cosa al personaje que bromear a propósito de un caso de violación en su ciudad diciendo que le da «reparo» entrar en un ascensor con una mujer «por si se arranca el sujetador o la falda» y luego le acusa de haber intentado abusar de ella. ¡Pues a mí me pasa cada dos por tres en el ascensor del trabajo! ¡Y eso que es panorámico! Hay que tener desfachatez. Luego añadió que «a veces, a las seis de la mañana una mujer joven tiene que cuidar por dónde va». Pero no es la primera, y seguro que no será la última, salvo que se ponga en tratamiento para curarse esta manía como ha hecho el caníbal Luis Suárez. Sobre la exportavoz del PSOE en el Congreso, Soraya Rodríguez, dijo que «me han acusado de todo menos de violarla, pero se comprende?». De Leire Pajín que «cada vez que le veo la cara y esos morritos, pienso lo mismo». Hágaselo mirar señor alcalde. Pero por desgracia la incontinencia no entiende de partidos. El alcalde socialista de Toledo, Emiliano García-Pagé, ha asegurado que los dirigentes del PP «no saben hacer nada sin la chacha» y que «no pienso que Cospedal sepa pasar la aspiradora». Incluso aquí al lado, en Sant Joan, también hemos tenido algún caso reciente. Fue el concejal de EU César Vilar, quien soltó en una red social que «cada vez que oigo al Bisbal de los cojones me compraría una ametralladora y la usaría contra ese ejemplo claro de mugre españolista asquerosa». ¡Toma ya tolerancia!
