Parafraseando a don Hilarión, diríamos que también el lenguaje audiovisual ha cambiado una barbaridad. E incluso programas en los que aparentemente no hay que hacer ninguna virguería, están repletos de ellas. La temporada que concluye se abrió con España a ras del cielo, un verdadero prodigio de técnica en donde pudimos ver imágenes desde ángulos casi imposibles, todo ello con la nitidez propiciada por la más genuina alta definición que imaginarse pueda. Aquel programa presentado por Francis Lorenzo merecería glosarse entre lo mejor que hemos podido ver en los últimos tiempos.
Pues bien, esta misma temporada concluye, entre otros, con Capitán Q, el viaje en kayak a cargo de Quico Taronjí a lo largo de las costas españolas. Lo que en principio podría estar rodado con las formas rutinarias de otros tiempos (que nos tragábamos sin rechistar, todo hay que decirlo) está realizado con una caligrafía prodigiosa, repleta además de planos casi imposibles (Quico va a tomar un café en la máquina y vemos el plano subjetivo desde dentro de la misma, a la altura del vaso, o el cenital). Pura edición. Verdadero prodigio de guión técnico camuflado de naturalidad.
Por otro lado, fiel a sus principios, los reporteros de Comando actualidad, ahora Comando al sol, siguen haciendo de las suyas. Ofreciendo trabajos con mucho nervio y una precisión de reloj suizo. En todos estos casos el denominador común es que la cámara parece haber desaparecido. Se ha mimetizado tanto en el ambiente que fotografía que quienes se ponen delante de ella no se sienten condicionados, no posan. El resultado está ahí, a la vista de todos. Recuperen reportajes de los ochenta o de los noventa. Lo que ha sucedido en la narrativa audiovisual es una revolución.
