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Silencio siciliano

EL TUMULTO

La señora Bonig, flamante mano derecha del presidente Fabra, ha sugerido a algunos empresarios quejicas que dejen de protestar y se presenten a las elecciones. Este enternecedor rifirrafe nace de la discriminación financiera que sufre la comunidad y el notorio desapego de Montoro hacia esta tierra que ofrenda tantas glorias a España como imputados. Pero el tema ha irritado incluso al científico Grisolía, quien reprocha a Madrid su mezquindad y a Valencia una actitud pusilánime ante el agravio. Supongo que deben de ser ciertas estas pamplinas sobre el desequilibrio de las balanzas fiscales y el agravio comparativo con los afortunados extremeños o andaluces. Tan ciertas como, por ejemplo, el desequilbrio entre los recursos que la Generalitat destina a la provincia de Valencia y los que asigna a Alicante y Castellón. Una de las ventajas intelectuales de este embrollo es que todos creen tener razón y siempre encuentran un dato inobjetable que apuntala su criterio interesado. Esa es la conclusión del presidente Fabra: todo el mundo es bueno, desde el ruin Montoro a los empresarios malcriados durante lustros.

EL DILEMA

Ni Gaza, ni Ucrania, ni el aniversario de la Gran Guerra, ni el ébola. Lo que verdaderamente angustia a cuarenta millones de veraneantes es la portería del Real Madrid. Si una expedición extraterrestre aterrizara hoy en cualquier punto situado entre los Pirineos y Tarifa, probablemente no averiguaría nada sobre los terrícolas de estos parajes salvo su adicción a la comedia del absurdo. En el informativo de hoy de la cadena pública se ha dedicado más tiempo a la migraña de Casillas que a un terremoto en el Caribe. Aunque los terremotos caribeños no son noticia por frecuentes, podemos preguntarnos razonablemente si las vicisitudes de unos deportistas multimillonarios justifican que las cámaras salgan a la calle para preguntar al pueblo soberano si prefiere a Iker, a Diego o a Keylor. Keylor es costarricense, como habrán intuido por el nombre, y la prensa destaca que siempre viaja con una Biblia y es el rostro publicitario de una marca de fríjoles, lo cual garantiza que esta temporada muchos madridistas comerán fríjoles mientras leen los salmos. Basta.

SIN ENMIENDA

Ayer fui injusto: en España sí nos preocupa el ébola. O, más bien, algunos aspectos tangenciales de la epidemia. Imaginen a un sacerdote infectado que pide regresar a su país de origen para salvar la vida ante las obvias carencias de la zona. Y ahora adivinen cuál es ese país de origen. Doy algunas pistas: el Gobierno duda sobre la conveniencia de la repatriación durante varios días, por fin accede con parsimonia característica, algún sindicalista del hospital designado para acoger al enfermo protesta, un periódico progresista destaca que el hospital será desalojado, más tarde rectifica precisando que «sólo» será una planta, en las redes sociales comienza a hablarse de peste negra, gripe española y otros precedentes medievales y, por último, el Gobierno sopesa reclamar los gastos del traslado a la orden religiosa a la que pertenece el sacerdote. Es la Orden de San Juan y, aun no siendo experto en finanzas monacales, sospecho que el desembolso excede sus posiblidades. Sí, hablamos de ese país en el que están pensando.

LA CIUDAD ENCANTADA

Un juez está dispuesto a que el arquitecto Calatrava diseñe celdas de aislamiento durante los próximos años y no edificios tan carísimos como invisibles. Si he entendido correctamente los datos sumariales que se publican hoy, el arquitecto cobró por obras que jamás se ejecutaron, una tradición española por otra parte, con lo que hay parajes desérticos salvo la línea del horizonte que los guías turísticos describen como «obra de Calatrava». Es pertinente recordar que a Calatrava le contrataba la administración, ese magma difuso que por englobarnos a todos no parece incluir a nadie, y que esta forma de gestionar los recursos públicos resiste apellidos y siglas, PSOE, PP, Lerma, Zaplana, Camps, ese batiburrillo de compadres que derrocharon en el mejor de los casos y se lucraron indecentemente en el peor. Esta tierra del latrocinio permanente requería un símbolo monumental y nada mejor que una placa de Calatrava en un vertedero.

EL OTOÑO DEL PATRIARCA

Jordi Pujol ha comprendido tardíamente que ir mudándose de una residencia a otra para eludir a los periodistas resultaba contraproducente, ya que así alimentaba las sospechas sobre el patrimonio inmobiliario de la familia. Ayer reapareció brevemente con sus andares cachazudos y la expresión enigmática que inspiró a George Lucas el personaje de Yoda de «La guerra de las galaxias». Yoda es un caballero con espada fosforescente que rinde honor a un código ético incomprensible para el hombre contemporáneo. Evidentememte, sólo su aspecto le aproxima a Pujol, un personaje amortizado por lo demás, y tampoco es justo cargar la suerte sobre otro político tan carismático como mendaz que según todos los indicios dirigía un clan de salteadores con pasamontañas estelado. Es mucho más fascinante la reata de cómplices y encubridores que ha participado en el expolio y ahora guardan silencio siciliano.

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